El primer problema con el que nos encontramos es que las personas extranjeras extracomunitarias no tienen derecho a votar y a ser elegidas en las elecciones municipales. Este es un problema serio, que habría que solucionarlo cuanto antes, modificando la actual redacción del artículo 13.2 de la Constitución.

No estamos ante una inmigración de carácter estacional. Estamos ante personas instaladas, con voluntad de permanencia, que han superado todos los obstáculos legales para regularizar sus situaciones, que agrupado a sus familiares, que tienen hijos e hijas nacidos aquí.

Los ayuntamientos están, en materia de inmigración, en medio de una contradicción que tienen una salida complicada. Son la administración más cercana, el medio físico y social donde se construye la convivencia en lo cotidiano de las personas que habitan la ciudad.

Los ayuntamientos suelen reivindicar la ciudadanía municipal, la ciudadanía inclusiva en ese marco de la ciudad. Pero, ¿cómo construimos esa ciudadanía inclusiva, igualitaria en materia de derechos, oportunidades y deberes, si las personas extranjeras extracomunitarias viven bajo la férula de un marco normativo profundamente desestructurador, especialmente diseñado para ellas, que condiciona fuertemente su vida en familia, que las fragiliza desde el punto de vista socio laboral, que les niega el derecho a formar parte de la vida política de la ciudad en igualdad de condiciones con el resto de los vecinos y vecinas?

A pesar de lo anterior y de los problemas que ello crea, los ayuntamientos tienen un campo de actuación importante en áreas tales como la política documental, la vivienda, la relación con los servicios públicos, la sociabilidad en la ciudad, el empleo, las situaciones de marginación social, la educación, la sanidad y la participación política en la vida de la ciudad.

Pero para que en esas áreas de trabajo haya políticas efectivas, los ayuntamientos tienen que empezar por convencerse de que lo pueden hacer, e incluirlo en sus programas de actuación. Y muchos todavía no lo han hecho.



Agustín Unzurrunzaga. SOS Racismo de Gipuzkoa.