POLÍTICA
Apenas una veintena de inmigrantes figuran en las candidaturas de los partidos vascos
La entrada de Rumanía en la UE ha puesto en alerta a los políticos, que han coqueteado con el voto de más de 6.000 rumanos empadronados en los ayuntamientos de Euskadi
El Correo, ROBERT BASIC, 22-05-2007
Good morning; Guten morgen; Bonjour; Buna dimineata; Bom dia; Dobro utro. Buenos días en inglés, alemán, francés, rumano, portugués, búlgaro… Gentes con nombres y apellidos difíciles de pronunciar. Procedencias exóticas a pesar de la cercanía geográfica. Costumbres curiosas por insólitas. Idiomas incomprensibles y a la vez melódicos y atractivos. Ciudadanos con voz y voto que, gracias a su pasaporte comunitario, podrán depositar su papeleta en las urnas el próximo domingo como si hubieran nacido en el mismísimo corazón de Euskadi. No es nada nuevo. Lo pueden hacer – gracias al Tratado de Maastrich – desde el 28 de agosto de 1992. Y también participar activamente en la política municipal. En estos momentos, según los datos facilitados por los propios partidos, un total de 23 extranjeros figuran en las listas electorales vascas.
Cientos de nombres rumanos, marroquíes y latinoamericanos compiten en toda España para hacerse con un hueco en alguno de los 8.111 ayuntamientos que articulan la vida diaria del país. En Euskadi, sin embargo, sólo lo hace una veintena. Más de la mitad (12) se ha hecho hueco en las planchas del PSE – 6 en Álava, 5 en Vizcaya y 1 en Guipúzcoa – , mientras que en el segundo lugar se sitúa Ezker Batua, con ocho candidatos. Uno de ellos, el alemán Mitxel Mieves, incluso aspira a ser alcalde de la localidad vizcaína de Urduliz. «El triunfo me desbordaría», reconoce en tono jocoso. En cuanto a las formaciones nacionalistas, EA ha colocado a un italoargentino y a una sueca en sus listas en Barrika – ninguno de los dos ha querido participar en esta información – y el PNV, según ha confirmado el propio partido, concurre a los comicios «sin foráneos». Por último, el PP sólo cuenta con «una aspirante extranjera» – una colombiana en Ermua – en sus planchas electorales.
A diferencia de las municipales de 2003, las elecciones de este año – más políglotas que nunca – hablarán un par de lenguas más. La UE abrió sus fronteras a Rumanía y Bulgaria el pasado 1 de enero y convirtió a sus gentes en votantes de pleno derecho. Pero la colonia inmigrante en el País Vasco, a pesar de estas dos nuevas incorporaciones, acredita un porcentaje bastante exiguo en comparación con la media nacional. Los últimos datos que maneja el Gobierno autonómico, relativos a 2006, revelan que los extranjeros empadronados en Euskadi son algo más de 83.000, es decir, un 3,9% de la totalidad de la población – en el conjunto de España se roza el 9% – . Unos 64.000 cuentan con el permiso de residencia – el resto pertenece a esa masa gris catalogada como los ‘sin papeles’ – y, de ellos, 20.325 se encuentran en régimen comunitario.
Son precisamente estos últimos los que han obligado a la clase política española a rediseñar sus estrategias electorales – en España residen 318.571 ciudadanos de la Unión Europea, 160.000 más que en 2003 – y salir a la caza del voto inmigrante. Esta práctica se estila sobre todo en las comunidades de Madrid, Cataluña y Levante, donde incluso se han constituido partidos de rumanos, aunque los políticos vascos también han empezado a coquetear con los ‘nuevos europeos’ llegados desde los Cárpatos.
«No buscamos su voto»
Los tres grupos inmigrantes más numerosos en Euskadi, según los datos de 2006, son colombianos (10.886), ecuatorianos (7.539) y marroquíes (7.397). Pero ellos no votan. Los rumanos, sí. Las cifras oficiales confirman que los ciudadanos de este país balcánico cuentan con una colonia compuesta por 6.166 miembros. La mayoría de ellos, más de 4.000, está afincada en Vizcaya. Esto ha provocado que varios partidos, caso del PSE, PP y EB, se hayan puesto en contacto con los representantes de este colectivo para «interesarse por su situación» y los «problemas» con los que tienen que lidiar a diario en su país de acogida. Todas las formaciones implicadas, sin excepción, reconocen haberse reunido con ellos, aunque rechazan que se trate de una «estrategia electoral». Un dato: más de 3.000 rumanos tienen derecho a voto en el territorio vizcaíno. En caso de necesidad, bien pueden valer una concejalía.
Los primeros que llamaron a las puertas de los balcánicos fueron los socialistas. Txema Oleaga, candidato a la Alcaldía de Bilbao, confirma haber conversado con varias agrupaciones de rumanos – hay un total de cinco y casi todas han sido ‘tocadas’ por los políticos – para «conocer sus problemas y necesidades». Eso sí, niega que el interés de su formación tenga fines electoralistas. «Fueron ellos los que acudieron a nosotros para que les ayudáramos a montar una asociación. Nos parece una gente estupenda, emprendedora, y en ningún caso fuimos a por su voto. Tan sólo les ofrecimos colaboración, al igual que hacemos con los argentinos y chilenos, y ellos no pueden acudir a las urnas. Nuestros motivos son puramente sociales».
También los populares se interesaron por estos nuevos votantes. Antonio Basagoiti, portavoz del PP en el Ayuntamiento de Bilbao, admitió sus contactos con los rumanos con toda naturalidad. «Es cierto que nos reunimos con ellos, pero en ningún caso para que nos voten. Lo hicimos porque es un tipo de inmigración que nos gusta, gente muy activa y trabajadora, y quedamos en colaborar y ayudarles en el tema del trabajo». El dirigente popular, que elogia el carácter de este colectivo, no se cierra puertas de cara a las municipales de 2011. «Ahora no hemos ido a por su voto, pero quizás lo hagamos en un futuro».
«Sólo queremos trabajo»
Tras los contactos llevados a cabo por los dos partidos de la oposición, llegó el turno de Ezker Batua. Fue Julia Madrazo, concejala de Urbanismo y Medio Ambiente del Consistorio bilbaíno, la encargada de tutelar las conversaciones con representantes rumanos. A través de Fernando Consuegra, viceconsejero de Asuntos Sociales del Gobierno vasco, se llegó a prometer que EB cedería un local en Rekalde para las cinco asociaciones que operan en Vizcaya – Danubius, Dacia Zurekin, Rusos – Lipovenos, Cárpatos y Gitanos – Rumanos – . «Es una comunidad cada vez más presente en Euskadi. Se trata de gente muy trabajadora a la que hemos querido conocer. Incluso tenemos a una rumana que va en nuestras listas en Amorebieta. No lo hicimos para pedirles el voto, ni se nos ha pasado por la cabeza, sino para trabajar juntos en el terreno de lo social», precisó Madrazo.
Pero las buenas intenciones de los partidos no convencen a los implicados. Fuentes de la colonia rumana aseguran que «querían ponerse en contacto con nosotros porque saben que ahora podemos votar. Nos decían que les interesábamos, que nos ayudarían, que deberíamos colaborar. Ninguna formación nos ha pedido directamente que les votemos, pero todos esperan que lo hagamos». Uno de los interlocutores ‘tocados’ se mostró contundente: «La intención de los políticos consiste en que yo convenza a mis compatriotas para que escojan entre un partido u otro. No pienso hacerlo. Lo único que pretendemos es conseguir trabajo y una vivienda digna. Nada más. La política no nos interesa».
Ya de vuelta al mapa demográfico de Euskadi, cabe destacar que la población autóctona se ha reducido en 35.829 personas entre 1998 y 2006. Al mismo tiempo, el número de ciudadanos ha aumentado en 32.520 habitantes. ¿Qué quiere decir esto? Que en apenas ocho años, más de 68.000 inmigrantes fijaron su residencia en Euskadi. Latinoamérica aporta la mitad del colectivo extranjero y los europeos aparecen en el segundo lugar. Eso sí, el ‘gremio’ de los comunitarios dibuja una ligera curva descendente, aunque la entrada de los rumanos – los búlgaros apenas se dejan ver por aquí – podría revertir esta situación y transformar el mapa político municipal en apenas una década.
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