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Sin voz ni bote
El Correo, , 21-05-2007La Ley sólo permitirá votar a aquellos extranjeros que residen en España siendo miembros de la Unión Europea, lo que dejará fuera a muchos que viven dentro. Si les hacemos caso a las estadísticas, cosa que siempre demuestra inocencia, de los 890.000 ciudadanos de la UE que residen en España, sólo 54.000 podrán depositar su opinión en la pecera de papel de las urnas. Los demás no tendrán voz, ni bote, ya que un alto número de ellos dejaron el suyo, patera o cayuco, aparcado en la orilla. Eso significa que ni siquiera les será lícito participar en la cochambrosa campaña electoral y su esgrima de cuchillos cachicuernos. No ha hecho más que empezar y aún no sabemos si abunda más en promesas – «prometer no empobrece», dijo Quevedo – o en dicterios y calumnias, algunas evidentemente ciertas. ¿Por qué excluir a los que viven con nosotros y además trabajan por nosotros? Si todos los españoles se resignaran a trabajar no serían necesarios tantos inmigrantes, pero somos tan ricos que hemos decidido delegar en ellos las tareas más duras. Hay negros que asan sardinas en la playa, bajo el sol vitalicio de la costa, y marroquíes que cultivan fresones bajo una carpa transparente de plástico.
No es que lleven una buena vida, pero esas ocupaciones les permiten vivir. ¿Cómo no les dejamos votar? Excluirles es reducir el número de personas en disposición de ser engañadas. La verdad es que la inmigración ha inventado una nueva categoría de metecos, que no pueden gozar de todos los derechos de ciudadanía. No lo han tenido fácil para llegar ni tampoco lo tienen fácil para seguir. Ahora nuestro presidente Zapatero ha anunciado en Canarias que los inmigrantes llamados ilegales serán repatriados. O sea que les mandaremos a cobro revertido a la patria que nunca tuvieron. Que no se pase. A ver si va a hacernos trabajar a los nativos.
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