Los inmigrantes chinos han mostrado siempre una gran habilidad para los negocios. Suelen ser los extranjeros mejor instalados en los mercados de trabajo, aunque su ‘suerte’ genera a veces mucha desconfianza. «El negocio de los chinos está más descontrolado, no se sabe muy bien cómo trabajan», destaca Isabel Cerrajería, responsable del departamento de Inmigración en USO. «Es un sector difícil. Lo entienden todo, pero cuesta hablar con ellos de temas laborales», admite.

En cualquier caso, más complicado resulta definir sus establecimientos, tiendas para todo. «La competencia es muy concreta y pueden hacer daño, sobre todo, al pequeño comercio de barrio. Porque la calidad de sus productos es baja, aunque sí considero competencia desleal la que ejercen con el sector textil riojano, porque venden a precios bajos prendas traídas de fuera», reconoce.

«Se nutren ellos»

Cerrajería resta importancia, sin embargo, al daño que causan en el mercado. «No supone una gran competencia para el acceso al empleo, porque se nutren ellos mismos y tampoco reclaman», explica. «Por eso – continúa – nos tememos que puede haber muchos sin regularizar».

Sobre las peluquerías abiertas por extranjeros mantiene la misma tesis. «Suelen contar con clientela que procede del país de origen de los propietarios, con lo que no creo que hagan demasiado daño», incide. «En cualquier caso, nosotros tenemos pocas posibilidades de abordar el asunto; debería entrar la Cámara de Comercio».