EL DRAMA DE LA INMIGRACION / Las víctimas
Los 'cayucos de la muerte'
El Mundo, , 21-05-2007Miles de jóvenes subsaharianos han perdido la vida al pretender llegar a las islas Canarias / Según las ONG, una de cada tres embarcaciones que sale de Africa fracasa en el intento Sabemos los que llegan, pero no conocemos los que mueren en el intento. Las aguas del Océano Atlántico se están convirtiendo en un reguero de cadáveres. Las travesías son cada vez más largas y difíciles y el viaje se transforma en un auténtico infierno. En ocasiones, durante el camino, los subsaharianos contemplan desde el cayuco los cuerpos ahogados de aquellos que les precedieron en el empeño de alcanzar El Dorado europeo.
A 1.167 inmigrantes se los tragó el mar durante el año pasado. Su sueño de llegar a las costas españolas naufragó, como la embarcación en la que viajaban. La avalancha de cayucos ha sembrado de muertes las aguas del Océano Atlántico. Un escalofriante informe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), alertaba de que a finales de 2005 entre 1.200 y 1.700 inmigrantes, procedentes de Mauritania, habían perdido la vida en el océano.
En los cinco primeros meses de 2007, las cifras de fallecidos se han reducido bastante y, de momento, son 13 los sin papeles muertos cuando intentaban alcanzar las costas españolas a bordo de cayucos o pateras. Sin embargo, la cantidad podría ser muy superior, según los testimonios de los supervivientes, que a veces se ven obligados a tirar los cadáveres por la borda.
La Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía eleva los muertos del año pasado a 7.000 y estima que de cada tres cayucos al menos uno no logra su objetivo de arribar a las islas Canarias.
La sangría parece imparable, ya que la cultura de la emigración se ha extendido entre una capa de jóvenes africanos que no se resigna a vivir sin expectativas en sus países, con 50 euros al mes, y busca un futuro mejor. Además, la inmigración clandestina se ha socializado. «Es más peligrosa y larga, pero es más barata, depende menos de las mafias y es más fácil de gestionar», indica un informe de esta ONG.
Las nuevas tecnologías, como el teléfono móvil y el navegador GPS, han dado un impulso importante al éxodo y han reducido el papel de las mafias. «El tráfico de seres humanos existe, pero es un fenómeno insignificante. El grueso de los candidatos subsaharianos a la emigración se mueve de forma autogestionada. En el desierto del Sáhara, en Nigeria y en Mali, son los comerciantes tuareg – en connivencia con los gobiernos – quienes organizan a los interesados», asegura el profesor Ali Bensaad en el informe.
Los cayucos salen cada vez más al sur de Africa, desde Mauritania o Senegal. Para sobrevivir durante el trayecto, se ven obligados a realizar varias paradas, con el fin de repostar o de recoger a más pasajeros. Cuando el cayuco sufre una fuerte avería intenta recalar en la costa más cercana. En ocasiones, las Fuerzas de Seguridad africanas extorsionan a los inmigrantes y les piden fuertes sumas de dinero a cambio de permitirles el desembarco.
Según cuentan los supervivientes, lo más duro de la travesía es aguantar sentado durante 10 días – ya que si se levantan la barca se desestabiliza – y luchar contra el sueño. Permanecer tantas jornadas sin dormir provoca delirios entre los pasajeros. Más de uno ha sufrido alucinaciones y se ha tirado al mar pensando que llegaba a su casa, encontrando la muerte en el camino.
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