LA RIOJA

Los pupitres abandonados

Según datos de la Consejería de Educación, 195 estudiantes riojanos faltaron continuadamente a clase durante el curso pasado; la mitad estudiaba el primer ciclo de la ESO

El Correo, SERGIO CUESTA, 20-05-2007

Aunque 195 parezcan una exagerada minoría (equivalen al 0,45% del total de alumnos riojanos), la cifra debe servir como advertencia. Como reconocen representantes de diversos centros de enseñanza, las faltas a clase suelen acompañar siempre a los mismos nombres y apellidos. La identificación de estos estudiantes no conlleva, sin embargo, el necesario reciclaje. En esta situación tienen mucho que ver las propias familias, en ocasiones demasiado permisivas. Así, de esos 195 absentistas riojanos detectados en el curso 2005 – 2006, el centro (tutor, jefe de estudios, equipos de orientación) consiguió subsanar 59 casos.

De los 136 restantes, finalmente 66 fueron derivados a la Dirección General de Educación para la intervención de los Servicios Sociales (último recurso). «Siempre pretendemos que todo se solucione en el propio centro educativo», expresa Rafael Federío, subdirector general de Ordenación e Innovación Educativa.

Las cifras facilitadas por la Consejería de Educación de La Rioja también reflejan que el primer ciclo de la ESO (12 – 14 años) contabiliza el mayor número de absentistas (91), mientras que en Primaria se registraron 60 y en el segundo ciclo de la ESO, 44. «El problema llega cuando los chicos pasan al instituto», reconoce Marta Calle, gerente de APIR, un colectivo que cumple 25 años trabajando con la etnia gitana, un sector poblacional muy relacionado con la analfabetización.

«El absentismo suele ser total», admite. Sin embargo, Calle apunta hacia las familias como causantes directos de las acciones de los jóvenes. «Cuando hay mejoría en el rendimiento de los chavales, suelen tener mucho que ver sus padres, con los que hemos podido trabajar en el pasado», explica. APIR fomenta la realización de cursos o módulos formativos y, de vez en cuando, «hay alguna sorpresa grata».

La labor social de la asociación se centra en el Casco Antiguo de Logroño, aunque hay un proyecto en la Mancomunidad de Moncalvillo con el fin de extender su ayuda fuera de la capital. «Creo que se deberían reforzar los protocolos de intervención y hacer seguimientos más exhaustivos. Además, hay que trabajar con los cabezas de familia», advierte.

«Aulas externas»

«Creo que el problema se ha agravado», opina Clotilde López, directora del área sociolaboral de Pioneros, otra asociación preocupada por el futuro de los jóvenes absentistas. Su iniciativa ‘Aulas externas’ reúne a quince jóvenes de entre 14 y 16 años procedentes de todos los colegios de Logroño («los absentistas son muy diferentes entre sí»). Por tanto, es difícil aportar perfiles, aunque «es cierto que algunos inmigrantes encuentran barreras como el idioma o su propia formación en el país de origen», añade López.

«Cada vez encuentro más niños en la calle», incide. Este absentismo es el germen de sus preocupaciones. Los dos profesores de ‘Aulas externas’ tratan de educar y, sobre todo, orientar. «Se hace mucha práctica, porque son alumnos que piensan ya en trabajar», destaca. «El principal problema es que, si son quince alumnos, encontramos quince niveles totalmente diferentes». Comparten de forma ocasional su conflictividad, su frustración, pero también su ilusión.

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