Càritas ha irrumpido en plena campaña electoral con un informe devastador sobre la Barcelona real, la de personas que pagan por dormir en balcones, palomares y bañeras. El estudio, del que hoy EL MUNDO hace un amplio extracto después de haber avanzado algunos detalles hace unos días, demuestra cómo se puede enquistar la pobreza en una ciudad y cómo esta realidad puede quedar escondida a los ojos del común de los ciudadanos. Los casos de una mujer de Mataró que alquila la cama de su hijo cuando se va a la Universidad o la de una familia de Badalona que vivía en un sótano donde iban a parar las tuberías del resto de los pisos son dos ejemplos dramáticos. Como la historia de un joven que dormía en el recibidor de una céntrica vivienda de Barcelona, pero no en un colchón en el suelo, sino dentro del mueble. O los inmigrantes que duermen en las terrazas de algunos edificios, como ya denunció hace unos meses la Favb que sucedía en la Barceloneta. Este informe debería estar en el centro del debate de la campaña electoral, porque en él se habla de inmigración, de pobreza y de vivienda, junto con la seguridad las principales preocupaciones de los barceloneses.La Barcelona del éxito no se puede permitir este patio trasero.