Su primera vez lejos de Rumania
Estudia euskera, tiene un novio vasco y será en Euskadi donde Cristina Denisov tenga el día 27 su primera cita con las urnas. Sus padres, Mioara y Nicu, también acudirán a votar por primera vez desde que abandonaran su Rumania natal.
Diario Vasco, , 18-05-2007SEÑORES políticos, no insistan. Ahórrense papel, caramelos y saliva porque Cristina Denisov ya tiene “muy decidido” a quién le otorgará el primer voto de su vida. “Lo único que le puedo decir es que se lo daré a un partido vasco”, afirma. Y hasta aquí no habría mucho que reportajear si no fuera porque esta joven de 19 años no nació en Donostia, ciudad donde reside actualmente, sino en Rumania.
A pesar de que su país no ingresó en la Unión Europea hasta hace apenas unos meses, Cristina y su familia hace años que se integraron en Euskal Herria. Su padre, Nicu, vino en 2001, con un contrato para trabajar como marinero, de avanzadilla. Dos años después siguieron su estela su mujer, Mioara, que es bióloga, y sus dos hijas.
Sin necesidad de firmar ningún tratado de adhesión, los cuatro se sumergieron de lleno en la sociedad vasca. De ello da buena cuenta Cristina. “Hice tercero y cuarto de la ESO en modelo D”. Queda claro que nada más llegar, se lanzó de cabeza a la piscina. “Ya sabía un poquito de castellano, de las telenovelas, y poco a poco, con ayuda de clases particulares, de euskera… Hablar me cuesta, pero entender entiendo todo”, señala esta joven risueña que cursa segundo de Bachiller y tiene pensado estudiar Empresariales.
Como emigró antes de cumplir la mayoría de edad, Cristina no tuvo la oportunidad de votar en su país natal. Sí lo hará, sin embargo, en Euskadi, su tierra de acogida. “Considero que es muy importante para uno poder votar y decir su opinión”. Una opinión que, de no haber sido Cristina una ciudadana comunitaria, no habría sido tan bien recibida. Quizá por eso conceda más valor a su cita con las urnas que otros chicos y chicas de su edad. “A mis amigos vascos no les interesa mucho la política. Algunos todavía no han cumplido los dieciocho y a los que son mayores y ya han votado unas cuantas veces no les interesa tanto el tema”, explica.
No deja de resultar chocante que una joven foránea otorgue tal relevancia a unas elecciones municipales y forales vascas, por lo que Cristina trata de hacerse entender aportando otro argumento. “Con todo lo que ha costado que la mujer tuviese derecho a votar, ahora que lo tenemos debemos ejercerlo porque es dar nuestra opinión y es algo fundamental”, subraya.
Tras recabar información de sus padres, de algún profesor y por internet, Cristina ya se ha formado su propia opinión sobre las diferentes formaciones políticas. “Ya lo tengo muy decidido. Lo único que le puedo decir es que votaré a un partido vasco, de aquí”, revela cautelosa. “Mi novio me aconsejó no decir a quién voto porque es peligroso. Digamos que le he hecho caso”, aclara divertida.
Puestos a dejar volar la imaginación, Cristina detalla las medidas que adoptaría de ser elegida algún día alcaldesa. “Haría muchas cosas buenas para la ciudad, pero igual influenciada porque vengo de fuera también haría algunos centros para que los extranjeros se integren y se relacionen más con gente de aquí, no sólo con los de su país, porque tenemos esa tendencia a acoplarnos con los que también vienen de fuera. No es mi caso, porque en mi cuadrilla hay de todo, hasta mi novio es euskaldun”, desvela. Como soñar es gratis, Cristina apura su mandato imaginario antes de que se evapore. “También haría más centros de ocio para los jóvenes porque, con todo mi respeto para las personas mayores, para los jóvenes poca cosa se hace”, censura.
Lo que no alcanza siquiera a esbozar su fantasía es el tiempo que tendrá que pasar realmente hasta que un ciudadano rumano ocupe un sillón de alcalde en una capital vasca. “Buf, ni quiero hablarlo. No sé, no sé, tendrá que pasar mucho tiempo, seguramente”.
nicu denisov
“A los que piden dinero no les interesa trabajar ni votar”
El padre de Cristina, Nicu Denisov, tampoco las tiene todas consigo, aunque se muestra algo más optimista que su hija. “Es pronto para tener un alcalde rumano, pero ¿por qué no tener dentro de cuatro años un concejal? Nosotros se lo vamos a proponer al Partido Nacionalista Vasco”, anuncia por si alguien quiere ir recogiendo el guante.
Al igual que su mujer, Mioara, y su hija Cristina, Nicu también votará por primera vez en Euskadi el próximo 27 de mayo. Antes no se había interesado mucho por la política por su trabajo de marinero. “Durante cuatro años estuve pescando anchoa y bonito, salía a la mar cada dos o tres semanas y en tierra sólo pasaba dos o tres días. Entonces no tenía mucho tiempo”, se justifica.
Hace dos años cambió las redes por el tenedor y la sartén. “Como no había anchoa, dejé de pescar. Hice dos cursillos de cocina y ahora trabajo en un bar. Cocino todo vasco, sólo en casa hago comida rumana”, explica. Y le ha cogido tal afición a la gastronomía que cuando tienen invitados él y su mujer, que trabajó algún tiempo como ayudante de cocina, preparan “pintxos de aquí”.
También a la hora de elegir partido, Nicu se decantará por uno autóctono. “Tanto yo como los rumanos que conozco vamos a votar por un partido vasco, no sé si por el PNV u otro, pero por un partido de aquí”, recalca con la esperanza de que las formaciones políticas apuesten por la integración de los inmigrantes. “En la escuela o a la hora de buscar trabajo todavía se notan diferencias por ser extranjero. Es como cuando vas a alquilar un piso: ¿Extranjero? No quiero”.
Convencido de que los mendigos y delincuentes “con DNI rumano” distorsionan la imagen de sus compatriotas, Nicu no dudaría en endurecer las leyes para acabar con esa lacra. “En nuestro país, si robas una lata de pescado, te meten a la prisión seis meses. Aquí, si robas, te dicen: ’”Vete y no vengas otra vez a esta tienda". Por eso mucha gente se mete en mafias y cosas de esas. Y cuando venga gente que no quiera trabajar y se dedique a pedir dinero o robar, que le manden para casa, como en Italia, porque a los que piden dinero no les interesa trabajar ni votar ni nada", critica.
Pese a todo, desde que Rumania entró a formar parte de la Unión Europea, Nicu cree que las cosas han ido a mejor. "Antes sentíamos un poco de marginación. Ahora, como somos europeos y tenemos derecho al voto, puede ser mejor para nuestras hijas y para otros rumanos que quieren quedarse aquí para siempre. Porque si mi hija se casa aquí, mi mujer ya me ha dicho: “Yo me quedo aquí, tú vete para Rumania”.
Aunque en Euskadi, dice, “se hace mucho más que en nuestro país porque aquí hay más dinero”, los dirigentes no se diferencian, a su juicio, en gran cosa. "Los políticos dicen: “Vamos a construir, vamos a hacer…”, pero una vez que son elegidos no hace nadie nada". De hecho, él lo ha podido comprobar como presidente de la Asociación de Solidaridad Rumania-Euskadi, Decebal. "Queremos un local para los rumanos, uno viejo, y nos dicen que no tienen. Hay 20.000 locales y pisos vacíos, pero dicen que no tienen. Si espero cuatro años y vuelvo a insistir, seguro que me dicen: “Tranquilo, lo vas a tener”, pero al final no lo tengo. Así es la política".
(Puede haber caducado)