Castellón

Las mismas que visten y calzan

Las Provincias, MANUEL ALCÁNTARA, 16-05-2007

No todos los que vivimos en el mismo tiempo histórico somos contemporáneos. Quizá por eso la globalización ofrece algunas dificultades no fácilmente superables. En algunos países europeos se les arroja a los políticos lenguaraces huevos y harina, ingredientes que, bien combinados, harían las inéditas delicias de muchos habitantes de África. ¿Qué darían por una tortillita a la francesa y no digamos por una a la española, los inmigrantes que están llegando a las costas canarias?


Les compensaría el turbulento viaje en cayucos, que son los yates de los subdesarrollados. Dividir el mundo entre los “instalados”, en el lenguaje de Galbraith, y los hambrientos, puede parecer demasiado elemental, pero de ningún modo es falso. Lo que le ocurre a los
mileuristas
españoles es que no les consuela nada que en otros países haya gente que sólo gane un euro al día.


Las diferencias abarcan también a la indumentaria. Los llamados “vigilantes del decoro” asedian a las mujeres iraníes. Más de 3.000 han sido detenidas en la ofensiva del régimen de Ahmadineyad contra la vestimenta indecorosa. ¿A qué le llaman decoro? Sin duda no a lo que entendía por eso Cocó Chanel. “Se creen con derecho a dictarnos hasta el color de las bragas”, ha dicho una mujer allí considerada como rebelde. Varias épocas conviven en esta y así no hay forma de entenderse. Mientras en algunos lugares se les prohíbe a las mujeres que usen pañuelos de colores, en otros se les recomienda que no lleven ropa interior, para ganar tiempo.


La indumentaria ha sido siempre jerarquía, coquetería o presunción. Tengo para mí que la palabra más ridícula de nuestro hermoso y vasto idioma es
hombrera
. Trata de simular una anchura de hombros que no puede exhibirse en la ducha. En mi remota niñez me hicieron llevar pantalones bombachos. He destruido todas las pruebas fotográficas.

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