Ni populista ni políticamente correcto
El Periodico, , 15-05-2007JORDI Sànchez
La inmigración no es un fenómeno nuevo. Ya en las elecciones del 2003 y en las de 1999 esta cuestión ocupaba y preocupaba a una parte de nuestra clase política y también de la sociedad. El problema con el debate de la inmigración es, por un lado, que nunca parece ser el momento adecuado para plantearlo públicamente -evidentemente, una cita electoral tampoco lo es-, y, por otro, que las posiciones para el debate caen en la mayoría de ocasiones en lo que podríamos identificar como dos extremos: el del buenismo según el cual la inmigración es buena por definición, y el del alarmismo, según el cual la inmigración es mala también por definición.
En esta campaña electoral, el alarmismo sobre la inmigración y su asociación con la delincuencia y otros males ha empezado a hacerse con cierta naturalidad por parte de algunos, ubicados en la derecha. Y eso es preocupante. De la misma manera que lo es que otros discursos -más propios de la izquierda- no reconozcan con claridad cuál es el sentir y el estado de ánimo de una parte de la ciudadanía, no para dar apoyo a estas tesis, sino simplemente para no negar una realidad percibida por muchos y, como tal, social y políticamente relevante. Los planteamientos populistas y la rumorología social sobre la inmigración (que si no pagan impuestos, que ellos se quedan con los pisos sociales, que si son delincuentes o un nido de terrorismo…) solo se lograrán superar si los políticos y líderes de opinión abordan esta cuestión sin rehuir cuestiones difíciles de tratar y que forman ya parte de un imaginario social, más o menos extendido, sobre esta cuestión.
La inmigración no es un debate exclusivo de Barcelona ni de ningún otro municipio, pero lo que digan y hagan Imma Mayol, Jordi Portabella, Jordi Hereu, Xavier Trias y Alberto Fernández Díaz será relevante en todos los otros municipios, repercutirá en la opinión pública de toda Catalunya. Lo interesante es que lo que digan y hagan esté lejos de tópicos, de lenguajes políticamente correctos que los alejarían del sentir de la población, y también lejos de la demagogia electoral de asociar, por ejemplo, inmigración y delincuencia.
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