Artur Mas se pasa de la raya
El Periodico, , 15-05-2007DAVID Miró
Hay un consenso generalizado, incluso en los medios más afines a CiU, en que Artur Mas cruzó el domingo la raya de lo admisible en política. En un país que ha recibido casi un millón de inmigrantes en seis años, muchos de confesión musulmana, acusar al Gobierno tripartito convertir Catalunya en un nido de yihadistas es jugar con fuego y salir chamuscado. Alimentar la sospecha contra el inmigrante justamente a las puertas de unas elecciones municipales en que el tema de la integración y la convivencia resultan centrales es altamente irresponsable.
Además, la noticia aparecida en un diario barcelonés no es nueva; la policía hace tiempo que investiga células durmientes o de apoyo del terrorismo internacional en Catalunya, incluso con un exceso de celo como se ha demostrado con el llamado comando Dixán. Este periódico ha informado puntualmente de ello en los reportajes de Antonio Baquero y Jordi Corachán. Por ello, por lo que tiene de intencionado su uso en período electoral, es especialmente grave.
¿Qué dirá Mas cuando los candidatos de la Plataforma per Catalunya salgan en tromba a darle la razón y a agradecerle tanta sinceridad? ¿Qué dirá si durante la campaña se produce algún incidente de tintes racistas contra la comunidad islámica? ¿Acaso no recuerda que mientras él estuvo en el Govern parte de la trama del 11-S se gestó en Salou, ciudad que fue visitada por Mohamed Atta? ¿A alguien se le ha ocurrido pedir explicaciones por ello?
En su comparecencia, Mas quiso atacar lo que le parece el eslabón débil del Gobierno tripartito, la Conselleria de Interior, que dirige el ecosocialista Joan Saura, y que tiene como secretario general a Joan Boada. Y para ello nos invitó a imaginar a Osama bin Laden en su refugio de Tora Bora dando brincos de alegría por el nombramiento de esta pareja y dando órdenes a sus compinches para convertir Barcelona en el centro de operaciones de Al Qaeda en Europa. Sería de chiste si no fuera porque el yihadismo es un problema real, en Catalunya y Europa, pero todavía es más importante la convivencia en nuestras ciudades.
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