El Govern ha ayudado en 3 años a 252 inmigrantes a volver a supaís
# Los beneficiarios reciben un máximo de 1.450 euros, billete de avión incluido. Silvia Freire retorna a Chile gracias al plan tras vivir unos meses en Santa Coloma
El Periodico, , 15-05-2007MONTSE MARTÍNEZ
BARCELONA
Tampoco Silvia Freire, chilena de 62 años, halló lo que, con tanta ilusión y esmero, había dibujado en sus sueños. Viajó a Barcelona hace poco más de un año con dos nietas menores, a las que ha cuidado en los últimos tiempos, para dejarlas en manos de sus padres, que se aventuraron antes en busca de una vida mejor. Ella también pretendía quedarse, pero, como ocurre habitualmente, la dura realidad se ha impuesto sin miramientos a las muchas veces idealizada sociedad de progreso.
Silvia, bastante acuciada econó-
micamente, ha recibido gratis el pasaje de vuelta y unos 450 euros para empezar de nuevo en su Chile natal. Es una de las 252 personas que han participado en el programa de retorno voluntario que, desde el 2004, ofrece la Secretaria per a la Immigració de la Generalitat en colaboración con la Organización Internacional para las Migraciones. El año pasado se acogieron al plan 85 personas.
El beneficiario del programa obtiene un billete de avión para viajar a su país. Cuando desembarca, un agente local de la Organización Internacional para las Migraciones le ofrece una ayuda de viaje equivalente a 50 euros y otra para la reintegración de 400 euros para un adulto y 150 por cada menor. El máximo de ayuda por persona, con el billete de avión incluido, es de 1.450 euros.
“SABOR AGRIDULCE”
“Es un servicio que a mí, personalmente, me deja un sabor agridulce”, argumentó el secretario de Immigració, Oriol Amorós, quien añadió: “Sin duda, es una herramienta muy útil para ayudar a estas personas, pero también es la constatación de que no solo han fracasado ellos en su intento de integración, sino también nosotros, la sociedad de acogida”.
¿Qué se rompió en la aventura de Silvia? Su hija Lesli y su yerno se han establecido en Santa Coloma de Gramenet (Barcelonès), donde pagan 650 euros de alquiler con los 1.200 que gana el hombre en la construcción. A la llegada de las dos niñas, de 11 y 3 años, se une el hecho de que Lesli vuelve a estar embarazada y la aportación monetaria que supone su trabajo de canguro se tambalea. La tensión sube de forma proporcional al aumento de los problemas económicos. Silvia, desde su madurez, ha constatado que no es un buen momento para instalarse en casa de su hija hasta que encuentre trabajo.
Y no es tarea fácil para una mujer de 62 años, enfermera de profesión jubilada en Chile. “Iba a cuidar a un enfermo que falleció antes de empezar y la niña a la que cuidaba no se acostumbró a mí porque no hablo catalán”, explica Silvia con un tono conformista y con el pensamiento puesto ya en Viña del Mar, localidad costera a dos horas de Santiago de Chile donde vive su otra hija, invidente. En lo que insiste, sin lugar a dudas, es en que “el trabajo en España está bien pagado si se compara con Chile”.
LATINOAMERICANOS
Aunque cada caso tiene sus particularidades, los extranjeros de procedencia latinoamericana son los que más han hecho uso del programa (en el 2006 regresaron 17 argentinos, 15 bolivianos y 12 chilenos), seguidos de los rumanos (7). El año pasado retornaron a sus países de origen prácticamente los mismos hombres (31) que mujeres (34). A una treintena de estas personas les acompañaban sus hijos menores de edad.
El perfil de la mujer que se acoge a este programa de ayuda al retorno es el de una madre sola, con hijos a su cuidado y sin ayuda del padre, que no puede compatibilizar la vida laboral y familiar, y sin documentación regularizada para cambiar de trabajo con facilidad.
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