Nuevo golpe policial a la prostitución rumana en las calles de Ciutat Vella

El Periodico, MAYKA NAVARRO, 15-05-2007

El Cuerpo Nacional de la Policía (CNP) ha descabezado nuevamente la red de prostitución de origen rumano a la que asestó un tremendo golpe policial el pasado noviembre con 109 detenidos en el Raval, y que había vuelto a recuperar el control de muchas de las mujeres que trabajan en las calles de Ciutat Vella. En esta ocasión, los detenidos solo han sido nueve, entre ellos, Marin Rizea, un rumano de 41 años que se había desplazado a Barcelona para liderar la reorganización del negocio y que ha ingresado en prisión.
En noviembre pasado, en el marco de la operación Constanza, el CNP aseguró que había desarticulado la mafia criminal dedicada a la prostitución callejera más importante de los últimos años no solo en España, sino en Europa. El negocio debía ser fructífero, porque el considerado como gran capo de la prostitución rumana en Europa, en paradero desconocido, envió a Barcelona a uno de sus lugartenientes para no perder el control del territorio.

UNA EMPRESA DE TAPADERA
En esta ocasión, la banda utilizó como tapadera para sus negocios ilícitos una empresa dedicada a la construcción domiciliada en la calle de Santa Madrona del Raval y propiedad de un ciudadano paquistaní. Esta empresa se encargó de tramitar a través de la Subdelegación del Gobierno en Catalunya infinidad de permisos de trabajo y residencia para mujeres – – que ejercían la prostitución – – y para hombres que actuaban como proxenetas de las chicas.
Las primeras informaciones alertando de que la organización volvía a operar en Barcelona llegaron nuevamente desde Noruega. A través de Europol, la policía de Bergen alertó a la española de la detención en octubre pasado de siete rumanos acusados de tráfico ilegal de personas para el ejercicio de la prostitución.

TRASLADO POR EL RAMADÁN
Cuando los agentes noruegos interrogaron a las jóvenes prostitutas rumanas, les llamó la atención que las mujeres provenían de Barcelona. Todas habían trabajado en las calles de Ciutat Vella a las órdenes de unas familias que las habían trasladado a la fuerza hasta Noruega porque sus principales clientes en España eran árabes y empezaba el Ramadán.
La información que llegó de Noruega no hizo más que reconfirmar los datos que estaban entrando a los investigadores de la UCRIF (Unidad Contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales) por parte de la Guardia Urbana de Barcelona y de sus propias averiguaciones. Tras la operación Constanza las calles del Raval se vaciaron de prostitutas rumanas.
El operativo provocó un gran revuelo mediático por el centenar de policías que tomaron las calles a plena luz del día y porque entre los detenidos habían personajes como Carmen de Mairena, propietaria de uno de los meublés inspeccionados.
Con sigilo y discreción, las prostitutas rumanas volvieron a las aceras. Los investigadores explicaron ayer que el grupo actuaba de manera idéntica al anterior. Las jóvenes era captadas en Rumanía, engañadas y obligadas a ejercer la prostitución en la calle bajo amenazas. El precio medio de cada servicio era de unos 20 euros y estaban obligadas a realizar una media de 10 al día.

NI RASTRO DE MENORES
Aunque la policía española recibió de sus colegas noruegos la advertencia de que podía haber menores trabajando en las calles de Barcelona, lo cierto es que no se encontraron. Una cifra que da una buena idea del poder de este grupo mafioso es que, según los mismos investigadores, la red ahora desarticulada controló a unas 500 mujeres.
Todas trabajaban con documentación falsa y adquirían con los patriarcas de la organización una falsa deuda que siempre crecía ante cualquier actitud de indisciplina. Las palizas y la constante amenaza de dañar a sus familiares en Rumanía, a los que revelarían que en realidad trabajaban de prostitutas en España, acababa por vencer cualquier resistencia de las jóvenes a las que tenían completamente sometidas.

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