Casi un millar de inmigrantes han llegado a las Islas Canarias desde el pasado viernes

La ghanesa de 24 años que viajaba con su bebé en la patera interceptada en Motril no recomienda a nadie intentar entrar así a España.

Diario de Navarra, COLPISA. TENERIFE., 15-05-2007

dURANTE el tiempo que pasaron en el mar, después de zarpar desde un punto de la costa marroquí cercano a la frontera con Argelia en la mañana del sábado, Nafiseh, ghanesa de 24 años, no se despegó de su segunda hija, de diez meses, salvo para ayudar a achicar el agua que las olas introducían en la embarcación.

«Pasamos mucho miedo, las olas movían mucho la patera, no teníamos ni comida ni agua y estábamos perdidos y sin rumbo, por lo que lo único que hacíamos era rezar y pedirle a Jesús que nos ayudara, por eso vimos el cielo abierto cuando llegaron a salvarnos», narró entre lágrimas.

Nafiseh – cuyo marido vive clandestinamente en Barcelona, tras una aventura similar, que compartió con su hijo mayor, actualmente en un centro de acogida de menores de Almería – asegura tras esa experiencia que no recomienda «a nadie» que lo haga, porque es «una auténtica locura arriesgar la vida así».

Y eso que ésta constituye su mejor experiencia, ya que Nafiseh se embarcó en otra patera hace tiempo, después de abandonar su país en 2003 con su esposo y su hijo, pero naufragó, y fue de los pocos pasajeros que lograron sobrevivir y salvarse.

Su esposo, Mustapha, y su hijo, Musaki, de cinco años, están en España desde julio de 2006, pero ella, pese a que tenía el viaje pagado, no pudo embarcar porque estaba a punto de dar a luz.

Deseosa de reunirse con su familia, lo primero que hizo al llegar al puerto de Motril fue pedir a los miembros de Cruz Roja un teléfono móvil para hablar con ambos y tranquilizarles sobre el estado de ella y su bebé.

La joven africana narró, emocionada, la aventura vivida desde 2003, los dos años que tardaron ella, su marido y su primogénito en llegar a Marruecos, atravesando la parte más dura, el Sáhara, «parte andando y un largo trayecto en autobús», según les alcanzaba el dinero que pedían de caridad por los pueblos.

Separados

Su estado de gestación le impidió acompañar a Mustapha y Musaki cuando embarcaron en una patera para Almería, que también fue interceptada, tras lo que padre e hijo fueron separados, aunque siguieron en contacto.

Nafiseh se quedó ocho meses más, hasta que el sábado le llegó la oportunidad de embarcarse junto a su bebé rumbo a la costa española, aunque la travesía fue mucho peor de lo esperado.

Después de momentos de pánico, sobrellevados entre plegarias, la salvación se perfiló en el horizonte en forma de un pesquero, al que, poco después, siguieron las embarcaciones de Salvamento Marítimo y la Guardia Civil que, pese a poner fin a su sueño ante la posibilidad de la repatriación, también acabó con la pesadilla de la muerte.

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