El concepto tradicional de función patrimonial y de renta con respecto a los bienes inmuebles ha evolucionado hacia actividad empresarial generadora de grandes beneficios y alta rentabilidad. Algunos de los actuales propietarios que han heredado o comprado inmuebles, con la finalidad de generar ingresos, lo consiguen mediante técnicas de ingeniería fiscal, aportaciones societarias, créditos hipotecarios fundamentados en elucubraciones de edificios en construcción y alquileres sin control alguno de los administradores. Esta sobreexplotación salvaje de algunas fincas urbanas sin las mínimas condiciones de habitabilidad es uno de los factores que generan los problemáticos pisos patera.

Recientemente, en la antigua Delegación de Hacienda de Barcelona de Via Laietana, asistí como parte integrante a un bochornoso juicio con el siguiente fondo: tanto la propiedad como su abogada consideraban que las obras necesarias para adaptar unos pisos de 50 años de antigüedad a las necesidades actuales eran excesivas y no concordantes con el alquiler final. Consideraban que no eran necesarias las reformas de cocina, agua caliente, baño, etcétera, ya que, aunque no las efectuasen, se podían alquilar como pisos patera triplicando su alquiler sin necesidad de inversión alguna.