POLÍTICA
Uniformes de campaña
La seguridad ciudadana se ha convertido en esta legislatura en una de las preocupaciones principales de los bilbaínos, que piden más policía para luchar contra la nueva delincuencia
El Correo, AINHOA DE LAS HERAS, 14-05-2007
La seguridad se cotiza al alza, y los políticos lo saben. La recomendación por parte del Ayuntamiento de Bilbao a los comerciantes del distrito centro para que contraten vigilancia privada ha levantado ampollas en algunos sectores. «¿La seguridad ciudadana compete en exclusiva al Estado?, ¿deben los particulares costearse ese plus de tranquilidad? o ¿puede la Policía controlar lo que ocurre en el interior de las tiendas?». Son preguntas que abren el debate. Lo que parece claro es que la paz social preocupa, y mucho.
Las nuevas formas de delincuencia – secuestros exprés, robos con extrema violencia… – y la creciente presencia de armas blancas en la calle se han convertido en una de las principales inquietudes confesables de seis de cada diez bilbaínos. Desde que el alcalde Iñaki Azkuna declarara públicamente la «guerra al navajero», en enero de 2005, en plena psicosis tras los asesinatos de un taxista y un joven marroquí en Nochevieja, la Policía Municipal ha decomisado 796 navajas, bates, sprays y hasta espadas y sables, según los datos, hasta el 30 de abril, facilitados por el Consistorio. Sólo en los últimos cuatro meses, se han retirado de la calle 71 armas blancas. La ciudad sigue registrando un índice de criminalidad muy por debajo de otras metrópolis como Madrid o Barcelona, aunque crecen algunos delitos que generan alarma y, sobre todo, aumenta la violencia.
«Nos preocupa la agresividad de la nueva delincuencia», confesaba el concejal de Seguridad Ciudadana, Eduardo Maiz, en una entrevista concedida a este periódico días después de que una banda de secuestradores exprés atemorizara a la ciudad. Dos hermanos colombianos, uno de ellos militar destinado en el cuartel de Soietxes, y un tercer cómplice ecuatoriano raptaron supuestamente a una chica en su coche. Después de saquearle la cuenta en un cajero, la abandonaron atada, descalza y en camisa a temperatura bajo cero en una gélida noche de diciembre en el monte Kobetas. A la semana siguiente, volvieron a intentarlo con otra mujer, pero ésta se resistió y logró escapar, aunque le robaron sus pertenencias y se apoderaron de su coche. Justo cuando los sospechosos seguían a una tercera posible víctima, fueron detenidos por la Policía Municipal bilbaína en plena calle. El juez ordenó su ingreso en prisión por detención ilegal y robo con violencia. «Hasta ahora no estábamos acostumbrados a este tipo de casos, nos parecían propios de otros países», asumía Maiz. Según la estadística de 2006, el 53% de los detenidos por la Policía Municipal eran extranjeros, seis puntos por encima de 2005.
Mil agentes locales
Los vecinos demandan más uniformes. ¿La solución se limita a incrementar la presencia policial? La guardia urbana ha incorporado 150 nuevos agentes en los últimos cinco años, y en breve, antes de un mes, saldrán a patrullar los últimos 42, que aún están en prácticas. El primer edil ha apostado por dotar al colectivo de los mejores y más modernos medios – coches, motos, agendas electrónicas, buzos ignífugos, archivo digital de huellas, nueva comisaría en Miribilla… – y para ello ha destinado a Seguridad Ciudadana y Protección Civil el segundo presupuesto más elevado del Ayuntamiento, sesenta millones de euros, después del de Obras Públicas.
La batalla contra la doble fila dejó paso a la guerra al navajero y el enemigo cambió de cara. La guardia urbana se volcó en la anterior legislatura en limpiar las calles de conductores incívicos. En estos últimos cuatro años, el tráfico casi ha pasado a un segundo plano, frente a la dura lucha contra los maleantes.
Conscientes de la importancia de la seguridad ciudadana en la campaña, la oposición – PP y PSE, fundamentalmente – , plantean también, entre otras medidas, incrementar la plantilla de la Policía Municipal hasta los mil agentes y abrir nuevas comisarías en barrios como Zorroza, donde en los últimos meses se han registrado dos homicidios, el de una mujer a manos de su marido y el de un joven soldado, apuñalado por otro durante una pelea en un bar de las galerías Omega.
Si Bilbao cuenta con uno de los ratios de policía por cada mil habitantes más altos de Europa – 2,1 – , tal vez el problema no reside tanto en las cifras como en la falta de coordinación entre los distintos cuerpos: Policía Municipal y Ertzaintza, además de Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil, que asumen también competencias en extranjería o tráfico de drogas y de personas, entre otras.
La «información»
Azkuna apuntaba hace unos días en un debate con otros candidatos que la «información» es fundamental para el trabajo policial. Mientras no exista una base común de datos, las sinergias se plantean como una quimera. Aún hoy sería posible que un atracador perseguido por la Ertzaintza pasase desapercibido por delante de una patrulla de la Policía Municipal, y viceversa.
Mandos de ambos cuerpos visitaron hace unas semanas la comisaría de la Ertzaintza en Deusto, donde está previsto que se ubique desde finales de 2008 el futuro centro de coordinación compartido entre las policías local y autonómica. Allí se gestionarán de manera conjunta todas las emergencias que ocurran en la ciudad.
Otro de los hándicaps de la lucha contra la delincuencia en Bilbao se enmarca en la dificultad de elaborar una radiografía exacta del delito. Cada comisaría maneja sus datos en exclusiva y sólo la Fiscalía concentra todos en una memoria anual. Sin poder visualizar un mapa delictivo de la ciudad, resulta más difícil planificar una estrategia a medio plazo sin improvisar. Se avecinan malos tiempos para los confiados e ingenuos.
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