La rebelión de las colombianas
Diario de noticias de Alava, 12-05-2007Las colombianas engrosan la negra estadística de ser el colectivo de mujeres inmigrantes que más denuncian en los juzgados alaveses casos de violencia doméstica. Oriundas de una sociedad machista – donde la violencia a la mujer se acepta incluso socialmente – , su llegada a Europa les hace abrir los ojos. Pero, sobre todo, encuentran un refugio, un apoyo del entorno para rebelarse contra las humillaciones, los insultos o las palizas de su cónyuge.
Amparo Higuera, abogada colombiana que reside en Vitoria desde hace décadas, revela que la mayoría de estas mujeres pasa por un periodo de transición antes de acabar como víctima. “En estas familias, la mujer suele ser la primera que emigra. Es la que llega al destino, busca trabajo, se establece y manda dinero a casa, donde se han quedado el marido y los hijos”, explica.
En ese periodo, las colombianas se adaptan al modo de vida de una nueva cultura y también se transforman. “Cuando llega el resto de la familia un año o dos más tarde, el marido ve que su mujer ha cambiado radicalmente. Es más independiente y, entonces, el choque es muy fuerte”, recalca.
Ese reencuentro, en muchos casos, no es nada feliz. El colombiano se siente desplazado y busca volver a tener su relación de poder en un ambiente mucho más hostil, que no tolera ese tipo de violencia. “El hombre quiere volver a imponer su dominio y ve que ya no es lo mismo”, indica Higuera, que ha defendido a varias víctimas.
Este tipo de situaciones ha originado que el colectivo de colombianas sea el más numeroso a la hora de efectuar denuncias. Sin embargo, esta letrada reconoce que existen otras inmigrantes con situaciones de maltrato mucho más acusadas. “Por cuestiones religiosas o porque el traslado se hace con el hombre, muchas mujeres que padecen maltrato se lo callan. En el mundo árabe y también en la comunidad china se dan estas circunstancias, pero la mayoría, después de llegar al juzgado, cede a las presiones familiares y retira la denuncia”, confiesa esta letrada.
De cualquier modo, entre las mujeres inmigrantes, existe un caldo de cultivo para la desigualdad y, acaso para los malos tratos, en los denominados matrimonios mixtos – un español casado con una colombiana – . En estos casos, las denuncias son menos habituales. Sin embargo, desde el colectivo se asume que existen víctimas.
“Muchas mujeres no denuncian porque algunos matrimonios son de conveniencia. Por el bienestar económico, sobre todo, porque envían dinero a su país, no suelen denunciar los malos tratos. Además, aceptan ese intercambio de humillaciones e insultos a cambio de dinero. Hay mucho más de lo que parece”, advierte Higuera.
Además, el rechazo del entorno familiar a estas mujeres es mucho más acusado. “Se ven más solas. La familia de su marido la ve como una mujer que viene a buscarse la vida. Y suelen tener relaciones muy desiguales. Hay muchísimas escenas de celos y, en contra de lo que pueda parecer, tampoco hay una afinidad cultural en la pareja. Se denuncia muy poco”, recalca.
Con todo, el mayor handicap de estas víctimas – maltratadas inmigrantes – reside en el desconocimiento de las redes, recursos y programas donde pueden solicitar ayuda. “Las mujeres deben saber que tienen derechos. El bienestar social y la asistencia jurídica gratuita son fundamentales para solucionar este problema”, subraya.
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