La libertad vale cuatro kilos de hachís
Un marroquí es secuestrado por dos compatriotas que exigían 5.000 euros
La Razón, , 01-05-2007Madrid – Extenuado hasta el punto del desmayo. Así llegó hace dos semanas a
una comisaría de Leganés un súbdito marroquí, al que llamaremos M., para
denunciar que dos compatriotas le habían mantenido secuestrado durante
quince días para obtener un rescate. Era el principio de una rocambolesca
narración en la que la estafa, la retención ilegal y la extorsión se
mezclan para dejar al descubierto muchas de las miserias de la inmigración
ilegal.
La Policía Nacional detuvo la semana pasada a los dos
supuestos secuestradores, Karim y Abdellatif H. C., de 23 y 27 años de
edad y también magrebís. M. había llegado a España en patera como muchos
de sus compatriotas hacen cada año. Quienes le ayudaron no tardarían en
convertirse en sus peores enemigos. Al principio todo marchó relativamente
bien. Karim, uno de los «amigos», lo acogió en su casa y pronto consiguió
trabajo en Griñón, ilegal, eso sí, haciendo chapuzas en la construcción y
laborando en el campo. Al cabo de ocho meses, Karim le pidió 5.000 euros a
cambio de gestionarle los papeles. Confiado, M. se los dio.
Secuestro y extorsión
Un mes después, sin
embargo, y sin papel alguno que regularizara la situación de M., Karim le
exigió otros 5.000 euros. Esta vez fue demasiado y la víctima se negó.
Probablemente no esperaba la reacción de Karim, y su hermano: lo
secuestraron. Maniatado y encerrado en un pequeña habitación de otro piso,
también en Leganés; permaneció durante quince largos días. Mientras, Karim
viajaba hacia marruecos para gestionar un rescate con el mismo hermano de
la víctima. Allí, exigió de nuevo los 5.000 euros que a su parecer valía
la vida de M. No los consiguió, pero se volvió de la patria chica con 4
kilos de hachís con los que podría traficar y sacarse un buen pico. De
hecho, no era la primera vez que traficaba con drogas para vivir, como ha
comprobado la Policía: en su carrera de pequeño criminal ha utilizado tres
identidades, sendas detenciones por infracción de la Ley de Extranjería,
robo con fuerza en las cosas y delito contra la salud pública.
Fue durante el tiempo en que se «negociaba» la liberación cuando el
secuestrado la obtuvo por sus propios medios. Consiguió desatarse y se
descolgó por el balcón hasta la calle, ya que el piso era un primero y la
distancia poca. Una vez fuera, corrió hasta la comisaría. Allí perdió el
conocimiento, pues, como informó la Policía Nacional, su salud se había
deteriorado por el encierro. Los agentes lo trasladaron a un hospital,
donde permaneció un día ingresado. Tras recibir el alta, acudió de nuevo a
comisaría y formalizó la denuncia. Fueron agentes del Grupo 2º de la
comisaría de Leganés los encargados de averiguar el piso en el que había
residido el denunciante desde su llegada de Marruecos, situado en la
citada localidad madrileña, y la ubicación del otro, donde lo habían
mantenido secuestrado y que también estaba en Leganés. Se tardó apenas una
semana en detener a los secuestradores, que ya están a disposición de un
juzgado de instrucción de la localidad.
Es el agridulce final
que no hace sino poner de manifiesto las enormes dificultades que los
inmigrantes, de uno u otro lado de la ley, encuentran a veces para llevar
una vida normal.
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