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LAS TIENDAS DE ALIMENTACIÓN QUE ABREN EN DOMINGO CRECEN Y CAMBIAN LOS HÁBITOS DE LOS BARCELONESES
La Vanguardia, , 29-04-2007XAVIER MAS DE XAXÀS – BARCELONA
La mayor parte de los nuevos comercios son propiedad de empresarios pakistaníes y latinoamericanos
Poco a poco, con la discreción habitual, los pequeños comercios de alimentación que abren a deshoras se extienden por Barcelona. Regentadas por inmigrantes, estas tiendas se han aventurado más allá de los barrios dominados por sus conciudadanos. Ya no están sólo en el Raval o Poble Sec, sino que, en los últimos meses, han levantado la persiana en el Eixample, Les Corts, Sarrià-Sant Gervasi y otros distritos desacostumbrados a las facilidades del comercio a todas horas y todos los días.
Alimentación Nomi, por ejemplo, en Bailèn, 145, hace apenas dos meses que abrió. Ofrece un poco de todo, desde Donuts hasta whisky escocés pasando por arroz basmati. En la caja está Isaac, un hombre de mediana edad nacido en un pueblo próximo a Islamabad, la capital de Pakistán: “Amigo, abrimos todos los días a todas horas, de ocho de la mañana a once de la noche, amigo”. Amigo es la palabra comodín en su rudimentario léxico castellano.
Detalles del negocio prefiere no revelar ninguno: “El jefe está fuera de vacaciones, en Pakistán. Regresa en unas semanas, preguntar a él. Yo no sé nada. Barcelona buena. Barrio, este, muy bueno y tranquilo, nada que ver con Raval, donde mucha gente muy apretada”, explica cruzando los dedos de las manos para enfatizar el embrollo.
La jornada se la reparte con un compañero. No tienen más ayuda, aunque otros miembros de la “empresa” se encargan de reponer el género. De vacaciones no sabe cuándo se irá. Trabaja todos los días.
Un paseo por el Eixample, visitando una decena de establecimientos similares, todos regentados por pakistaníes, sirve para recoger una imagen muy parecida a la resumida en Alimentación Nomi: pocos clientes, rótulos en catalán, dependientes que en muchas ocasiones sólo hablan su lengua materna, decoración inexistente, voluntad de abrir siempre, calidad variable en los productos frescos y gran desconfianza hacia el desconocido que no para de hacer preguntas.
El negocio, como es habitual, radica en la autoexplotación: los empleados no tienen horario, ni prestaciones sociales, ni seguros, mientras que cobran un salario en función de los compromisos adquiridos con las personas que facilitaron su migración y las necesidades de la familia o del clan.
El negocio, por tanto, está en las horas de apertura y, sobre todo, en los días festivos, cuando no tienen competencia.
“Vivimos del domingo”, reconoce Moskat Ahmed, un bengalí con establecimiento propio en el Eixample desde 1992. Su Mini Super Alimentació, situado en la calle València esquina con Casanova, es uno de los pioneros y sigue adelante gracias a la ayuda de su esposa y las urgencias de sus vecinos: “La gente mayor siempre se olvida algo. Más de un cliente, al ver que estamos abiertos y tenemos lo que necesita, asegura que le hemos salvado la vida. Abrimos de diez de la mañana a diez de la noche y cuando más negocio hacemos es a última hora del día, así como los festivos”.
La señora Araceli, vecina de la calle Girona, reconoce que de vez en cuando entra en el Super Girona, pero “sólo cuando no tengo más remedio. No son muy simpáticos, no hablan bien el castellano, nada de catalán y no me fío del género. Aún no los conozco. Entiendo que ofrecen un servicio y que es una tranquilidad saber que siempre están abiertos, pero no sé, me falta confianza”. Situación radicalmente diferente es la que vive la señora Maria Rosa, vecina de Sarrià y habitual del Rocío Discount, un pequeño supermercado regentado por la familia Hinostrosa Espinal. “Vengo muy a menudo. La verdad es que he cambiado la forma de comprar. Ahora no tengo que pensar si me he olvidado de algo. No me importa venir cada día si hace falta. No compro tanta cantidad, pero lo hago con más frecuencia. Creo que así calculo mejor el gasto y compro lo que necesito”.
Los seis miembros de la familia Hinostrosa proceden de Perú e hicieron una escala en Buenos Aires antes de llegar a Barcelona. Hace año y medio que abrieron su primer establecimiento, en la calle Major de Sarrià.
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