Por tercera vez esta semana, una embarcación de inmigrantes alcanza las costas españolas con cadáveres a bordo. En esta ocasión, tres de los 85 ocupantes de un cayuco que arribó ayer a Gran Canaria fallecieron como consecuencia de las penalidades de la travesía. Según el relato de sus compañeros de viaje, pasaron tres días sin comer ni beber y soportando un frío extremo en alta mar. Entre el grupo de subsaharianos viajaban un niño de 18 meses y otro de 9 años que, afortunadamente, se encuentran en perfecto estado de salud.

Según explicó el miembro de Cruz Roja Manuel Sánchez, los constantes cuidados que los integrantes de estas expediciones brindan a los más pequeños lograron el milagro de que llegasen sanos y salvos. Nada más tocar tierra fueron trasladados con sus madres y otras dos mujeres a un centro de acogida, donde se les proporcionó ropa y alimentos. No tuvieron la misma suerte tres varones adultos – dos de ellos, hermanos – que fueron hallados muertos, tumbados en el fondo de la barcaza. A su lado estaban otros dos compañeros inconscientes pero con constantes vitales, por lo que se les pudo reanimar en tierra.

Muy débiles

La barcaza llegó a primeras horas de ayer al puerto de Arguineguín. Todos sus ocupantes estaban muy débiles y se quejaban de dolores torácicos y problemas musculares que les impedían caminar, por lo que fueron desembarcados «prácticamente a pulso».

Debido a su precario estado de salud, casi la mitad tuvieron que recibir asistencia sanitaria. Padecían síntomas de hipotermia, deshidratación, contusiones, quemaduras y rozamientos por el durísimo viaje realizado. Uno de ellos, incluso, sufría una fractura. Anoche, cuatro subsaharianos permanecían aún hospitalizados.