ERENA CALVO

LAS PALMAS. Cruzar el Océano no es tarea fácil, menos si se lleva a cabo a bordo de las precarias embarcaciones clandestinas en que se lanzan a la aventura miles de inmigrantes desde las costas africanas. Demasiadas incógnitas. La primera, si se superará el viaje con éxito. Un sueño que ya han visto truncado desde que empezó el año nueve subsaharianos, cuyos cuerpos fueron recuperados ya inertes. Aunque según los testimonios de los propios inmigrantes son muchos más los que acaban en las profundidades del Océano. El último caso se producía este miércoles. Otros dos subsaharianos muertos llegaban a una playa tinerfeña en una embarcación clandestina en la que viajaban con 67 compañeros.

Como muchas otras veces, habían logrado burlar los controles en el punto de partida, y tampoco habían sido detectados por los medios de vigilancia de las costas canarias. Los precarios medios del Frontex no consiguieron detener al cayuco, que llegaba a tierra por sus propios medios. Cruz Roja recibía la alerta a las once de la noche, todavía no sabían qué podían encontrarse.

«Tuvieron muchísima suerte», relató a este periódico Austin Taylor, del Equipo de Respuesta Inmediata de la Cruz Roja en Tenerife. «Llegaron a una cala del sur de la isla de difícil acceso, y el rescate en esta zona es complicado», explica.

«No pudieron salvarle»

Ya es la tercera ocasión en que un cayuco consigue entrar en esta cala. «Casi siempre son los campistas que andan por allí los que nos dan la voz de alarma, el miércoles también fue así». Al llegar, «uno de los inmigrantes ya estaba muerto, y otro en estado muy grave». El equipo médico «estuvo una hora intentando reanimarle, pero sufrió una parada cardiorrespiratoria y no pudieron salvarle». Como la mayoría de embarcaciones clandestinas, habían partido de Mauritania (el otro punto caliente en la salida de cayucos ahora mismo es Senegal) «y llevaban diez días de viaje, estaban muy cansados».

Otra embarcación fue avistada ayer por la Guardia Civil cuando navegaba al suroeste de la isla de Alborán, en Almería. En esta patera viajaban unos 65 inmigrantes de origen magrebí, entre ellos unos quince menores y cinco mujeres, informó Efe.