'Des-velos' cotidianos en las aulas

Diario de Noticias, 25-04-2007

Sana , Meriem y Turia tienen 14, 13 y 12 años, respectivamente. Las jóvenes son de origen argelino, en el caso de Meriem Chouia, y marroquí en el de Sana T. y Turia A. Tres chicas que desde el inicio de curso acuden por primera vez a un mismo colegio, el IES Caro Baroja – La Granja de Pamplona y desde pequeñas profesan una misma religión, la musulmana. Las jóvenes acudieron este año por primera vez al instituto, que cuenta con un total de 175 alumnos y 27 nacionalidades. Un centro en el que la diversidad cultural no altera el buen funcionamiento y la adaptación entre compañeros. Sin embargo, en el caso de estas jóvenes la situación religiosa ha modificado la aplicación de un reglamento interno que dicta que no se pueden llevar pañuelos, viseras o gorras en la cabeza.

Estas tres jóvenes no llevaban el velo islámico desde el principio de curso, sino que fue después de la Semana Santa cuando de manera personal decidieron hacer uso de este símbolo religioso. “Ninguno de nuestros familiares nos ha obligado a ponérnoslo, fuimos nosotras mismas las que quisimos llevarlo, por nuestra religión”, aclara Turia A., marroquí que vive desde que tenía un año en Pamplona y cursa 1º de la ESO.

La religión musulmana indica que tras el paso de niña a mujer, ellas vayan cubiertas por un velo, en este caso por una decisión personal y no tanto por una obligación. De esta manera, las jóvenes optaron por asumir como propia esta norma, que en un principio pareció chocar con el reglamento del centro. Aún así, y hasta una resolución de los servicios jurídicos, las chicas podrán asistir a clase con el velo. “Nuestros compañeros, por lo menos los que van con nosotras a clase, lo comprenden perfectamente, nos respetan y apoyan. Aunque sí es cierto que al principio les extrañó un poco, les parecía raro”, señala Meriem Chouia, argelina, que vive desde hace ocho años en la capital navarra y acude a clase con Turia.

Con el apoyo de sus compañeros de clase y convencidas de su decisión, las jóvenes afirman sentirse felices en el centro y llevarse bien con todo el mundo. “Yo, personalmente, acepto que uno de mis compañeros quiera llevar una medalla o una cruz, por lo que ellos también entienden que el velo no es una moda, no es para nada lo mismo que una gorra o una visera”, asegura Turia, marroquí que vive desde los 4 años en Pamplona y en la actualidad cursa 3º de la ESO.

no se trata de una moda Sana, Meriem y Turia confiesan encontrarse muy bien con sus amigos y en el colegio, pero en el caso de que “no nos dejaran llevar el velo, optaríamos por cambiar de centro”, explica Turia. Una decisión difícil, aunque inexplicable para ellas porque "en otros institutos sí que dejan a las alumnas llevarlo, ¿por qué aquí no tendría que ser así?, plantea la joven. Por lo que, en caso de que al final su petición fuera rechazada, esperan que por lo menos “nos dejen llevarlo hasta que termine el curso, en junio. Falta muy poco tiempo, después ya pensaríamos otra solución”, expresa Sana T.

hasta otra resolución Así, hasta que exista una resolución fija, las jóvenes continúan acudiendo a clase con total normalidad. Los familiares de estas tres chicas apoyan su decisión de llevar el pañuelo islámico, aunque “mis padres me sugirieron que si causaba problemas podía quitármelo para ir a clase y volvérmelo a poner cuando saliera a la calle”, explica Turia. Sin embargo, esta idea no cuajó entre las tres chicas, quienes aseguran que han tomado una decisión y la mantendrán. “El velo no es un juego para nosotras, no queremos estar poniéndonoslo y quitándonoslo continuamente”, apunta Sana. Además, una vez decides ponértelo se convierte en una elección “para toda la vida”, manifiestan las tres chicas.

De hecho, nada de lo que ha sucedido durante la pasada semana ha afectado a su cotidianidad. Claro ejemplo de ello es que, ante la pregunta de cuáles son sus aficiones, la respuesta es más que clara: bailar, la música, ir de compras, pasear y la ropa, aunque después del colegio “siempre estudiamos y hacemos la tarea”, declaran entre risas. Tres adolescentes que comparten mucho con el resto de sus compañeros y amigos del instituto. Las mismas aficiones, los mismos gustos, “hacemos las mismas cosas que las chicas de nuestra edad. Somos personas normales, ahora llevamos el velo, pero esta decisión no cambia nuestra manera de actuar o de relacionarlos con la gente”, asegura Turia, con el asentimiento de sus otras dos compañeras, que están junto a ella.

Una situación, la del velo islámico en las aulas, que se ha convertido en el reflejo de la cada vez más patente pluralidad e interculturalidad social que existe desde hace unos años en la Comunidad Foral. Ante lo ocurrido la semana pasada en el instituto pamplonés, finalmente la normalidad acabó imponiéndose a lo inusual. Una situación que desveló, que puede que quitara el sueño a los trabajadores del centro durante unos días, pero que no impidió que tomaran una rápida decisión en favor de las niñas y su escolarización.

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