Pérez Bustero novela la historia de los inmigrantes asentados en Euskadi
Diario de Noticias, , 19-04-2007san sebastián. Un hatillo y unas maletas viejas ilustran la portada de la novela Los nuevos vascones , del navarro José María Pérez Bustero (Meano, 1940). Y es que con poco más que esas humildes pertenencias partieron hacia suelo vasco miles de inmigrantes en la segunda mitad del siglo XX. Abandonaron tierras castellanas, gallegas, extremeñas y andaluzas, entre otras, a la búsqueda de trabajo y un futuro halagüeño.
Acompañado por el presidente de la Federación de Casas Regionales de Gipuzkoa, José Antonio Vilaboa, y el bertsolari y escritor Jon Maia, Pérez Bustero presentó ayer en San Sebastián un libro que sirve como complemento del anterior, publicado también de la mano de Txalaparta. Aquel se titulaba Vascones y, según recordó, trataba de hacer una “fotografía” de la historia de Euskal Herria desde el inicio de la decadencia del Imperio Romano y hasta el año 2001. “Al terminar de escribirlo me di cuenta de que faltaba un grupo importantísimo que también pertenece al pueblo vasco”, aseguró, en alusión a los citados inmigrantes llegados de diversos puntos del Estado. Ese fue el punto de arranque de Los nuevos vascones , una historia “poblada de amores y resentimientos” que el autor ha tejido sin recurrir a libros de historia. Ha escrito partiendo de los testimonios de “vecinos, compañeros de trabajo, amigos y parientes que dejaron su lugar de origen en busca de trabajo en Euskadi”.
En primer lugar, la novela aborda la procedencia de los inmigrantes que llegaron a Euskadi “sin saber cómo y cuánto tiempo iban a vivir” aquí, y después se centra en la llegada. “Aquí, la historia de los recién llegados tropezaba con la de quienes vivían en Euskal Herria. La acogida de éstos tuvo connotaciones múltiples: recelo, amistad, hostilidad. Y tampoco los inmigrados tuvieron una actitud uniforme: sospecha, receptividad, resentimiento. Cada parte proyectaba en la otra parte de sus frustraciones”, apuntó el escritor. La acción prosigue en una “época de asentamiento” y de “amalgama”, sobre todo en el entorno compartido de las fábricas y la lucha antifranquista, hasta desembocar en una última fase, la actual, de conciliación de actitudes, pues quienes en su día fueron inmigrantes tienen hoy una percepción de pertenencia sin retorno a este país. “Los recuerdos y apegos anteriores han cedido ante la experiencia de trabajar y vivir aquí”, añadió.
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