GENERAL

Lenguas vivas

Cinco políglotas recuerdan su aprendizaje de idiomas, dan su opinión sobre el proyecto lingüístico del Gobierno vasco y advierten de que «se puede ser tonto en diez lenguas»

El Correo, ISABEL URRUTIA/BILBAO, 16-04-2007

ISABEL URRUTIA/BILBAO

Hablan como mínimo tres lenguas. Bien por necesidad, obligación o estudios. Todos defienden el plurilingüismo y a ninguno se le escapa la dificultad de dominar varios idiomas. En pleno debate sobre la propuesta del Gobierno vasco de exigir a los alumnos de 16 años un dominio idéntico del castellano y del euskera, son cinco políglotas que dan su opinión y recuerdan su experiencia. Un panorama variopinto donde lo mismo tienen cabida los quebraderos de cabeza de Ahmed Ghaghouau ante los libros de Química en francés, que el inglés perfecto de Markus Olsson, «algo normal – explica el estudiante Erasmus – porque la cultura anglosajona lo impregna todo en Suecia». Y los cinco suscriben la advertencia de Jon Ortiz de Urbina: «Se puede ser tonto en diez lenguas, lo importante no es cuántas se hablen, sino lo que uno sea capaz de decir».

AHMED GHAGHOUAU

Marroquí afincado en Vitoria.

Licenciado en Historia

«Me duele que se instrumentalice tanto un idioma»



Ahmed Ghaghouau nació en Alhucemas, al norte de Marruecos, y es licenciado en Historia. Lleva 11 años en Vitoria, colabora con la UPV y siente el euskera como propio. «Su reivindicación debería ser un tema de Estado. Todos los políticos tendrían que defenderlo con proyectos razonables. A mí me duele que se instrumentalice tanto, da la impresión de que hay un bando a favor y otro que, sistemáticamente, se enfrenta Es algo que no acabo de entender, cuando se trata de un patrimonio común, de algo nuestro. Habría que esforzarse por alcanzar un acuerdo y preguntarse por qué ha fallado el sistema anterior. ¿Por qué no se ha alcanzado una sociedad bilingüe?».

En el caso de Ahmed, el trilingüismo le vino impuesto desde que entró en la escuela. De niño hablaba árabe y bereber, y enseguida tuvo que espabilarse porque la mitad de las asignaturas se impartía en francés, «aunque algunas como Historia, ya se daban en árabe». Esta última tendencia ha terminado dominando: en Marruecos, todas las materias se ofrecen ahora en árabe, salvo la que corresponde al idioma francés. Un cambio de corte nacionalista que no acaba de entusiasmar a Ahmed, siempre irónico ante su propia lengua materna… «El árabe es un idioma que no tiene futuro, sólo pasado, presente e imperativo. Basta con añadirle una letra al presente del verbo para que se pueda hablar del porvenir. Curioso, ¿verdad? Será que nosotros no tenemos futuro o si lo hay, es muy negro. Ésa es mi teoría particular».

MERCEDES ARÁMBURU

Profesora jubilada.

Doctora en Filología Románica

«Es utópico pretender que todos hablen euskera»



Tiene 83 años y una memoria prodigiosa. Lo mismo se acuerda de las canciones en euskera que le enseñaron en la escuela, que de los bombones, café turco y cigarrillos del Instituto de Cultura Rumana de Madrid. «Estuve a punto de irme a Bucarest con una beca, pero era la década de los cuarenta… Entre España y Rumanía, no tardaron en romperse las relaciones. Sólo pude estudiar rumano año y medio», recuerda Mercedes Arámburu, doctora en Filología Románica por la Universidad Central de Madrid (actual Complutense) y profesora jubilada de Deusto.

Emprendedora y abierta al mundo, se parece mucho a su madre, una mujer que se quedó viuda muy joven y sacó adelante a las dos hijas con tesón y mucho ingenio. «Había estudiado en la Escuela de Artes y Oficios, sabía contabilidad y francés, y muy pronto se granjeó una clientela selecta con la mercería que abrió en la calle Berastegui. Allí iban los ‘riquines’ de Bilbao, las condesas y marquesas ». Mercedes aprendió francés con su madre y lo perfeccionó en el país vecino, donde pasó seis meses en plena Guerra Civil con su familia. «Fuimos como refugiados y volví, con 11 años, hablando bastante bien». Poco después, en la universidad, aprendió italiano, y más tarde no llegó a dominar el alemán porque nunca se puso a ello Oportunidades no le faltaron: fue cofundadora del Colegio Alemán en 1951 y profesora de Francés y Castellano en ese centro durante treinta años.

Sus tres hijos pasaron por allí y a ninguno le resultó traumático estudiar en otro idioma. «No se les hizo demasiado duro, porque siempre cabía recurrir a un refuerzo extraescolar». Una práctica difícil de seguir, según ella, cuando se trata del euskera. «No creo que todos los padres se puedan permitir un profesor particular para que les ayude a hacer los deberes. El proyecto del Gobierno vasco es muy utópico, complicadísimo en la práctica». Y en el mejor de los casos, tampoco se muestra optimista: «Aunque los alumnos lleguen a hablar euskera con fluidez, no se logrará que se les haga ‘carne propia’, ese algo íntimo y espontáneo que sólo se experimenta con la lengua materna».

PILAR DE MIGUEL

Profesora en la Escuela de Magisterio. Teóloga

«Los estudiantes cada vez tienen menos vocabulario»



Dice que es una asturiana de Bilbao. Desde los cuatro años está en danza, de aquí para allá. Pilar de Miguel ha estudiado Trabajo Social, Magisterio y Teología, le ha hincado el diente a varios idiomas y se plantea, «algún día», estudiar el lenguaje de signos. Mujer de retos, ya se lió la manta a la cabeza con 21 años, cuando se fue a Toronto a aprender inglés. «Yo tengo 49 y pertenezco a la primera generación que tuvo como asignatura inglés en COU. Me gustó mucho, así que después de hacer Magisterio marché a Canadá. Quería aprender una tercera lengua, que francés ya sabía porque había sido alumna de las Ursulinas».

Pilar se quedó año y medio en Toronto, llegó a soñar en inglés y estuvo a punto de acabar siendo trilingüe. «En la juventud, eres como una esponja. Se viven las cosas muy intensamente y los idiomas no resultan tan difíciles ». Con unos cuantos años más, alrededor de treinta, se le hizo más cuesta arriba aprender alemán. «Entonces, estaba en Stuttgart, en la Federación Bíblica Católica Mundial, y me tocó estudiarlo a marchas forzadas».

Siempre atenta a la palabra precisa – en Alemania era responsable de la edición en cuatro idiomas de un boletín – , no disimula su alarma ante la escasez de vocabulario de los universitarios. «Soy directora del departamento de Ciencias Religiosas de la Escuela de Magisterio, doy clases y cada año, es peor. ¿Muchos no me entienden en castellano! Tienen dificultades a la hora de seguir unas clases en las que se emplean palabras cultas, técnicas, propias de un nivel de educación superior». De ahí que se muestre preocupada ante la posibilidad de que «la gente no pueda estudiar en su lengua materna».

A su juicio, tener que asimilar en un segundo idioma asignaturas como Geografía, Filosofía, Matemáticas supone un sobreesfuerzo «tremendo» que puede ser perjudicial. «El lenguaje es determinante en la estructuración de la personalidad, el pensamiento abstracto o la capacidad afectiva. Se puede hacer mucho daño si se niega la posibilidad de estudiar en la lengua materna».

MARKUS OLSSON

Estudiante sueco.

Matriculado en Filología Hispánica

«¿El castellano lo hablan más de 400 millones!»



Markus Olsson tiene 27 años y es natural de Kalmar, al sur de Suecia. Habla castellano con fluidez y perfectamente inglés. «Como toda la gente de mi país, soy bilingüe», apunta este estudiante Erasmus, que ahora está enfilando su segundo semestre en Deusto. Está matriculado en varias asignaturas de Filología Hispánica y se aplica con ahínco porque, dice, no tiene facilidad para los idiomas. «¿Que como aprendí tan bien inglés? Era inevitable. En Suecia, no se doblan las películas, gusta mucho la música anglosajona, hay bastantes cantantes que prefieren las letras en inglés ».

Vive en un país con nueve millones de habitantes, que tradicionalmente se han distinguido por su ímpetu aventurero. Desde el Polo Norte hasta la Antártida o el Lejano Oriente, los exploradores suecos no han parado, «y algo de eso queda, que al llegar a los 18, muchos de mis compatriotas se van por ahí una temporada». En su caso, se fue a Sevilla, donde pasó ocho meses para mejorar el castellano que había estudiado en el Bachillerato, una de las lenguas – junto con el alemán, francés e italiano – que se ofrecen a los alumnos. Markus se siente orgulloso de ser políglota y ve con curiosidad la polvareda que se ha levantado con la iniciativa del Gobierno vasco. «Es un tema complicado. Por una parte, es positivo plantearse el euskera como una manera de unir a la gente de aquí Pero, por otra, ¿a dónde van con el euskera? ¿El castellano lo hablan más de 400 millones de personas! Y no digo que no lo estudien, no. Cuando una lengua se pierde, es terrible. Pero, claro, es comprensible que haya quienes desean que sus hijos estudien en castellano».

JON ORTIZ DE URBINA

Catedrático de Filología Inglesa

«A nadie se le va a privar de su lengua»



Aprendió euskera por libre, francés en el instituto y se entusiasmó con el inglés en COU. Corría el año escolar 1973 – 74 y Jon Ortiz de Urbina ya empezaba a tomar impulso. En la actualidad, es catedrático de Filología Inglesa en la Universidad de Deusto y hace sus pinitos en quechua, catalán, húngaro, el lenguaje de signos de los sordomudos, japonés y chino. Los 2.000 caracteres de la lengua nipona los conoce del derecho y del revés Un esfuerzo que ha afrontado con gusto; los signos orientales, tan finos y sugerentes, siempre le han atraído como un imán.

La lógica de los idiomas le quita el sueño – «en chino, no hay género, ni número, ni persona » – y, al mismo tiempo, le da alas para seguir estudiando. Jon tiene «una sensibilidad lingüística» a flor de piel que se le despertó en la adolescencia, cuando él y sus hermanos se esforzaban en recuperar la lengua materna de sus abuelos «gracias a grupos culturales que nos enseñaban euskera en Barakaldo». Ante la polémica sobre el proyecto del Gobierno vasco, lo tiene claro: es un ferviente defensor del plurilingüismo, convencido de que «el saber no ocupa lugar y las lenguas, ninguno», por eso relativiza las dificultades que entraña el aprendizaje de dos idiomas en la infancia. «Los niños tienen una facilidad extraordinaria para asimilar un segundo idioma y, si acaso se presentan complicaciones, lo mismo puede ocurrir con las matemáticas o cualquier otra asignatura».

Cuando se le recuerda que el plan de Tontxu Campos implica que los chavales estudien gran parte de las materias en euskera – en una comunidad autónoma donde el 80% de la población tiene el castellano como lengua materna – , hace hincapié en un detalle: «El objetivo es que los alumnos estén expuestos a dos idiomas en paridad, nada más que eso, no se les va a privar de ninguno». Una vía sensata, en su opinión, de lograr el bilingüismo. «Que no es más que el estado natural del hombre. ¿No olvidemos que la mayoría de la población mundial habla dos lenguas!».

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)