Las trabas burocráticas dilatan la reagrupación de los ecuatorianos

El Periodico, MAURICIO BERNAL / MONTSE MARTÍNEZ, 15-04-2007

Seis meses después de haber iniciado el papeleo Maritza recibió por correo dos circulares que le arrancaron una sonrisa: el Gobierno español estimaba que cumplía los requisitos y la autorizaba a traer a sus padres a España. Había acreditado todo lo que tenía que acreditar – – que sus padres eran en verdad sus padres, para empezar – – , había hecho todas las colas y pagado todo lo que había que pagar, pero había valido la pena. Sus padres tenían incluso asignado un número de documento de identidad. ¿Qué podía salir mal? Maritza llamó a los dos ancianos y les comunicó la buena noticia. Había que empezar a pensar en los billetes, las maletas, la mejor fecha para el viaje. Los padres estaban contentos. Barcelona estaba a la vuelta de la esquina.
Maritza recibió las cartas en junio del 2006 y pensó entonces que podría – – por fin – – celebrar las navidades con sus padres. Había tiempo de sobra para que viajaran y se instalaran, para empezar de nuevo juntos.
Aún los está esperando.
Su madre tiene 65 años, su padre 66 y ambos viven en Manabí, probablemente la provincia ecuatoriana de la que más inmigrantes han salido hacia España en los últimos años. Cuando acudieron al consulado español en Quito, seguros de que los papeles expedidos en la Delegación del Gobierno en Barcelona eran poco menos que una puerta abierta de par en par, les dijeron que no. Simplemente no. No les vamos a dar el visado, señora y señor, y sanseacabó.

FALSAS ILUSIONES
“Aquí te obligan a acreditar que dependen de ti y que tienes medios para mantenerlos, y entonces te dan la autorización, pero resulta que allá cambian de opinión y les parece que no puedo ocuparme de ellos. Yo no lo entiendo”.
Maritza no es un nombre ficticio. Maritza se llama Delia Maritza Páez Guayta, es portavoz de la Asociación de Ecuatorianos de Sant Feliu de Llobregat, empleada de una fábrica de coches y empleada doméstica. Tampoco son ficticios Iván Intriago Falcones y Yofre Ortiz. Los tres tienen el mismo problema: que aquí les dijeron que sí y allá les dijeron que no. “Hay un grave problema de descoordinación – – dice José Vera, presidente de la Asociación de Ecuatorianos de Catalunya – – . Y si no es descoordinación entonces es falta de consideración. No puede ser que aquí otorguen el permiso y allí lo nieguen. Parece que no fuera la misma administración. ¿Por qué no niegan el permiso aquí y así nos evitamos viajes, colas, dinero mal gastado y, sobre todo, dar falsas ilusiones a la gente?”

LAS MANOS VACÍAS
Ambas asociaciones sostienen que casos así hay por decenas, y aseguran que los afectados son ancianos en casi todos los casos. “Por alguna razón que seguramente tiene que ver con la carga al sistema sanitario, no están dejando entrar a los viejos”, dice Antonio Cárdenas, presidente de la asociación de Sant Feliu. “Los niños terminan entrando, pero a los de más edad no los están dejando viajar”.
La legislación vigente establece que los inmigrantes residentes en España pueden pedir la reagrupación familiar con sus padres o suegros cuando estos “estén a su cargo y existan razones que justifiquen la necesidad de autorizar su residencia” en el país. En las circulares – – todas idénticas – – con las que el consulado rechaza a quienes ya han obtenido una autorización del Gobierno para reagruparse con sus familiares siempre aparecen dos argumentos. Uno: “No está claro que usted dependa de su pariente en España”; dos: “No ha demostrado que su viaje sea estrictamente necesario”. Contra eso los ecuatorianos dicen que no pueden hacer nada. Pero sí piden que, si la idea es rechazarlos, lo hagan aquí.
La intransigencia del consulado ha derivado en casos como el de Manuel Mora, un ecuatoriano cuyo hermano lleva dos meses ingresado en un hospital de Madrid y al que le han denegado dos veces el visado, según informa El País. Hace unos meses tal vez se hubiera planteado cruzar la frontera boliviana, buscar un pasaporte falso y coger un avión en Santa Cruz, pero ahora los bolivianos también necesitan un visado para viajar a España. Lo único que puede hacer es cruzar los dedos.

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