A una semana de la primera vuelta electoral para los comicios a la presidencia de Francia, los principales candidatos han acudido a arrabales de París, escenario de los graves disturbios del otoño del 2005, para comprobar el estado del sismógrafo social y exponer sus remedios programáticos a una situación todavía explosiva.


El centrista François Bayrou, bien acogido en sus múltiples desplazamientos a los suburbios, ironizó sobre el hecho de que en la única visita en la campaña del conservador Nicolas Sarkozy a los barrios conflictivos «había 326 policías para una reunión de 100 personas en una sala cerrada». Él prometió acabar con las «varias Francias que no se encuentran nunca».


Sarkozy, abucheado por su polémica declaración acerca de «limpiar de gentuza los suburbios», aseguró que nadie había hecho tanto como él «para que los musulmanes franceses puedan vivir con dignidad».


Por su parte, la ecologista Dominique Voynet visitó La Courneuve, donde expresó su idea de crear un ministerio de la cooperación y la inmigración, porque hay que «considerar la inmigración como una riqueza». Y criticó a quienes van a los suburbios «rodeados por una horda de policías».