La llegada al calor de la primavera de cuatro pateras a Canarias ha vuelto a disparar las alarmas en el archipiélago, con el interrogante de si se trata de arribadas puntuales o, por el contrario, de la reaparición del fenómeno de la inmigración ilegal masiva que desembocó en una situación de emergencia el año pasado. Es cierto que el Gobierno ha mejorado los mecanismos de repatriación y que el control europeo de las fronteras se ha perfeccionado, pero los esfuerzos parecen aún insuficientes para contener los dramáticos viajes de quienes se juegan la vida por la expectativa del bienestar. La respuesta hostil protagonizada por algunos subsaharianos frente a la Guardia Civil ha añadido un elemento preocupante que no cabe obviar en la prevención de eventuales incidentes de orden público.