Entramos en una etapa en que nuestro flamantes candidatos empiezan a largar y largar promesas electorales sin ton ni son. En algunos casos, se trata de disparates difíciles de asimilar en una tierra de emigrantes que necesita a los inmigrantes para seguir mejorando. Son discursos caducos que vuelven cada cuatro años a llenarnos los oídos de grillos, de mucho ruido que sólo sirve para confundir y alimentar brotes xenófobos que nunca han caracterizado a Canarias. Sin hablar de ley de residencia, CC vuelve una y otra vez a culpar a los foráneos de los males de nuestra sociedad. El discurso es tan simple que chirría: la culpa de las listas de espera en Sanidad son de los inmigrantes; hay problemas de transporte porque sigue viniendo gente a trabajar; no sale demasiado el sol porque los inmigrantes lo tapan con un dedo…

Lo dicen como si los nacionalistas no hubieran gobernado en esta tierra durante los últimos quince años. Es como si no tuvieran nada que ver con el modelo de desarrollo alocado que ha provocado la llamada de mano de obra. Como si CC pensara que ante la cercanía de las elecciones da igual ocho que ochenta con tal captar votos.

Tal es el disparate que se contradicen entre ellos mismos. Paulino Rivero explica a los empresarios que les dará un caramelo si contratan sólo a canarios y José Carlos Mauricio, con el traje de consejero de Economía y Hacienda, sale hora después diciendo que eso es imposible porque Bruselas (ese papaíto que nos da millones de euros en forma de ayudas) nunca nos permitirá hacerlo. Estamos en un tiempo de locos en que ni tan siquiera ellos son capaces de lanzar el mismo discursito machacón.

El candidato de CC a la Presidencia de Gobierno jura y perjura incluso que respaldará a las empresas que discriminen a los foráneos. En su foro interno sabe que su oferta electoral es pura quimera, pero de cara al exterior sigue enarbolando una bandera que los nacionalistas sólo levantan en los meses previos a cualquier comicio. Después, si gobiernan, se olvidan de la promesa y a otra cosa mariposa que para soñar está la noche.

Lo que más me preocupa de este escenario es que los demás partidos políticos del Archipiélago son tan sanotes que acabarán entrando al trapo. Coalición Canaria tiene el don de conseguir que el debate siempre gire al ritmo que marcan sus tambores por muy disparatadas que sean sus propuestas. Por contra, socialistas y populares acusan el defecto de entrar en ese juego sin atender a lo que marca la razón.

Me queda la satisfacción de saber que los canarios no la harán. Somos una tierra acogedora, siempre abierta a mezclarse con otras culturas sin complejos. Por mucho que CC diga y utilizando un reclamo de una conocida multinacional, no somos tontos.