MÁLAGA

«Me liberé del secuestrador porque tuvo un accidente»

Un supuesto cliente asaltó con un cuchillo al joven taxista Daniel Alonso en Marbella y lo introdujo en el maletero del coche. Lo retuvo más de media hora hasta que, en Cádiz, un siniestro le permitió escapar

Diario Sur, TEXTO: JUAN CANO, 13-04-2007

AÑOS mirando por el espejo retrovisor le han dotado de un sexto sentido para las caras. Y aquel rostro le dio «malas vibraciones» desde el principio. Pero, al fin y al cabo, era una buena carrera que no podía rechazar. «A Algeciras», ordenó el cliente. A Daniel Alonso, taxista asalariado de 27 años, no se le pasó por la cabeza que estaba a punto de convertirse en víctima de un secuestro.

Le desconcertó que el joven magrebí que se acaba de sentar en el asiento trasero no llevaba maletas para el viaje, pero prefirió no preguntar. Puso el taxímetro a las 20.45 horas del martes y salió de la parada de taxis marbellí, rumbo a Algeciras. O eso creía.

Durante los primeros kilómetros, el desconocido intentó entablar una extraña conversación. «Me contó que había tenido problemas con alguien, que con él no se podía jugar, que había estado en la cárcel… Ahí empezó a mosquearme», relata el taxista. «Pretendía intimidarme».

Tras pasar por San Pedro Alcántara, el cliente le pidió que tomara la salida hacia la urbanización Bel – Air (Estepona) porque debía ver a alguien. Era mentira. Cuando encontró un lugar tranquilo, el hombre sacó de su chaqueta un cuchillo de al menos 30 centímetros.

– «Tú llevas malas intenciones, ¿verdad?», le preguntó Daniel.

– «Sí», contestó el supuesto cliente.

– D: «Yo no quiero problemas. Lo único que quiero es poder trabajar mañana».

– C: «Si te portas bien, mañana estarás trabajando».

El taxista detuvo el coche – un Opel Zafira semi – nuevo – donde le indicó el cliente. «Le di el dinero (unos 250 euros de la recaudación) y el móvil. Luego me pidió que pasase al asiento trasero sin salir del coche para no perderme de vista y me sacó por su puerta», dice.

El cliente, convertido ya en atracador, abrió el maletero del vehículo y le ordenó que se metiera dentro. «Al entrar, me quitó el reloj, y eso que no vale nada», asevera Daniel Alonso. «No paraba de decirme: ‘Pórtate bien o te parto el corazón’».

Cuando le cerró la puerta del maletero y echó la cortina que lo separa del habitáculo, el joven taxista se asustó de verdad. «Se me pasó de todo por la cabeza, miedo, incertidumbre… Me repetía una y otra vez ‘que esto acabe pronto’».

En realidad, ahí empezó todo. Daniel recuerda que el secuestrador conducía «como si fuese un rally», a 170 kilómetros por hora por la autopista, según apreció él. «Empecé a notar los derrapes y, en una curva, se salió», dice.

Fin del trayecto

Transcurrió media hora y 60 kilómetros de cautiverio. «El accidente me permitió liberarme», explica. Ocurrió en una carretera convencional en Pueblo Nuevo de Guadiaro, Cádiz. «Un coche se paró detrás de nosotros – recuerda – para ver lo que había pasado. Él se bajó y me dijo que si contaba algo, nos mataba a mí y al conductor».

El secuestrador le pidió al hombre que se paró a socorrer que le llevara a un centro de salud. Daniel no dijo nada «para no poner en juego la vida de nadie», pero cuando los vio alejarse salió del vehículo cruzando la cortinilla y llegando hasta la puerta delantera.

Parece ser que el joven marroquí le preguntó al otro conductor si era policía al verle una insignia, y éste, que en realidad era vigilante de seguridad, se escamó. El secuestrador logró huir, pero un amplio despliegue de la Guardia Civil permitió su detención a las 23.30 horas.

Daniel está sufriendo ahora las secuelas psicológicas. A veces, piensa que no volverá a conducir un taxi de noche y le ha planteado a su jefe la idea de instalar una mampara. «Con esto, lo único que quiero es denunciar lo desprotegido que está este colectivo», afirma. Y su testimonio le avala.

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