La otra orilla.Escudos Humanos

Canarias 7, Juan Manuel Pardellas, 13-04-2007

Los inmigrantes que zarparon de la costa mauritana, que vieron acercarse a una patrullera de la Guardia Civil, que vaciaron apresuradamente varias botellas de agua y las rellenaron con la gasolina que alimentaba sus motores, les pusieron un trapo, lo encendieron a modo de mecha y los lanzaron contra la embarcación española no son conscientes aún de la vuelta de tuerca que acaban de dar al fenómeno que nos ha marcado en los últimos 15 años. Es la peor noticia en muchos meses, junto a cada uno de los muertos. En primer lugar, por ellos mismos, porque hayan despreciado la posibilidad de salvarse y la fatalidad de ser devueltos a Senegal, porque hayan utilizado al resto de los pasajeros, incluidos dos niños, como escudos humanos, y porque hayan preferido la incertidumbre de llegar a Canarias o morir ahogados, como muchos miles de sus hermanos de sangre y de piel, llevando al extremo el lema que tantas veces nos han dicho aquí y allí: «prefiero morir intentándolo, que aquí». En la reacción más moderada y plausible del Gobierno de Canarias respecto a este fenómeno en los últimos meses, la consejera Marisa Zamora achacó lo ocurrido a los nervios, el miedo y el desconocimiento, nada que ver con los despreciables, oportunistas e insolidariaos bramidos del candidato nacionalista y del silencio inexplicable del resto de partidos. Pero el debate hoy ya es otro. Ahora toca preguntarse cómo calmar a una opinión pública, azuzada por los alumnos que González Arroyo tiene en partidos y medios de comunicación, que clama «que se ahoguen». Y, sobre todo, ponerse en la cabeza de los mandos de la Guardia Civil (ellos sí que se la juegan a diario). ¿Y si siguen atacando, habrá que repelerlos? ¿apuntando a dónde, en una frágil embarcación atestada de personas? ¿Habrá que registrarlos en busca de armas? ¿Y si uno de esos barcos llenos (porque lo seguirán intenando) ataca? ¿y si la tripulación de ese barco abre un boquete, cómo se rescatan? Sólo espero que uno sólo de estos (ir)responsables políticos, se pregunte ¿por qué vienen? y responda a los ojos, sin dar la espalda a África.

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