La balcanización religiosa, cultural y étnica enciende la campaña en Francia

ABC, 11-04-2007

JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONSAL

PARÍS. Por vez primera en la historia de Francia, el fantasma de la balcanización étnica, religiosa y cultural alimenta las corrientes más poderosas de la campaña presidencial; ya que una gran mayoría ciudadana vive con inquietud la emergencia de guetos étnicos, estallidos de violencia suburbana, profanación de cementerios, creación de asociaciones étnicas y religiosas que no consiguen calmar el Estado providencia ni la escuela pública, en crisis.

Le Pen, extrema derecha, fue el primer político francés que se «adueñó» de los temas patrióticos, durante los primeros años 80 del siglo pasado. Por aquellos años, la inmigración y la Francia negra, musulmana y racista todavía eran procesos emergentes.

Ségol_ne Royal, socialista, ha sido la primera candidata a la presidencia que ha intentado «repescar» para las izquierdas temas tradicionalmente conservadores: el amor a la patria, la presencia de la bandera nacional en los hogares, la recuperación del himno nacional, suplantando a la Internacional.

Conservadurismo patriótico

Nicolas Sarkozy, conservador, es el candidato que «federa», en bastante medida, esa actualidad recobrada de los temas clásicos del conservadurismo patriótico: renovación del concepto de identidad nacional, renovación del puesto del Estado providencia (en bancarrota) ante una Francia que ha perdido todos sus puntos de referencia cardinales en materia religiosa, cívica y cultural.

Francia tiene (2006) unos 63 millones de habitantes. Pero 2 millones son franceses de ultramar (antiguas colonias) muy mayoritariamente negros, mestizos. Un 51% de los franceses se consideran católicos (todavía eran el 67% en 1994), pero muy pocos son católicos practicantes. Hay 5 o 6 millones de franceses musulmanes (entre un 10 y 12% de la población), pero ellos viven su religión de manera muy activa. El Islam es ya la primera religión en número de creyentes practicantes. Un 31% de los franceses dicen no tener ninguna religión (eran el 23% en 1994). Entre un 2 y un 3% de los franceses son judíos.

Históricamente, la escuela pública era el crisol donde esas u otras diferencias quedaban eclipsadas en la formación del francés medio, educado en el respeto de los valores de la República. El Ejército y el Estado providencia aseguraba la integración de los franceses, unidos con valores comunes, en el tejido social de la nación.

Todos esos pilares están en crisis grave, como pusieron en evidencia las jornadas de violencia suburbana del invierno del 2005. El Ministerio francés del Interior tiene registrados unos 800 guetos suburbanos, donde los franceses de distinta raza, religión y cultura cohabitan de muy mala manera, con tensiones y violencias permanentes.

Negros y musulmanes han creado asociaciones étnicas y religiosas, a imagen y semejanza, creen ellos, de las asociaciones católicas y judías. Con una diferencia capital. Católicos, judíos, agnósticos y republicanos ya vivieron históricas batallas, que culminaron con el concepto francés de laicidad, no siempre bien comprendido por negros y musulmanes.

Entre los musulmanes franceses (minoría creciente) hay un conflicto latente entre el respeto al Estado y la obediencia a religión. Entre los negros franceses, minoría con influencia creciente, se considera indispensable «reescribir» la historia de la colonización, denunciando con mucha energía las discriminaciones que continúan sufriendo.

La inmigración, pasada, presente y futura no siempre explica todos los problemas. La hondísima crisis de la escuela pública explica mucho mejor la violencia suburbana. La prédica religiosa no siempre facilita el entendimiento: el islamismo radical está emboscado en los barrios más pobres. Es cierto que los negros franceses son víctimas de discriminaciones, pero comienzan a surgir grupúsculos políticos negros que coquetean con la violencia antisemita.

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