Madrid se queda sin ver al «Cristo Moreno»

La amenaza de lluvia impidió finalmente que la procesión de Jesús de la

La Razón, Paula Poveda, 05-04-2007

Madrid – Madrid se quedó ayer sin ver por sus calles al Cristo de los
Gitanos. Depués de meses de preparativos, finalmente el tiempo jugó una
mala pasada a los fieles de el Cristo de la Salud que ayer no pudieron
seguirle fuera de la iglesia de los Jerónimos. La decisión de los cofrades
cayó como un jarro de agua fría sobre fieles y miembros de las hermandades
tras meses de preparativos. Las lágrimas y la resignación pudieron con
aquellos que habían puesto toda su ilusión en llevar a hombros a su imagen
y que ya estaban ataviados con todos los hábitos precisos para comenzar la
procesión.
   Después de haber conseguido «no perder» a los
seguidores de la procesión que habían sido enviados a la iglesia del
Cristo de Medinaceli, los fieles que aguardaron durante horas para coger
un buen sitio en los aledaños de los Jerónimos, en obras, vieron como sus
esfuerzos fueron vanos. Eso sí, consiguieron entrar en el templo para
disfrutar del Cristo durante un rato.
   Unos detrás de una promesa y
otros guiados por una enorme devoción, sobre las siete de la tarde fieles
y cofrades de la procesión de los Gitanos ultimaban los detalles finales
del que, esperaban, fuera su día grande. Los alrededores del histórico
templo eran tres horas antes de la salida del paso un ir y venir de
nazarenos, organizadores del evento y fieles, muchos, que intentaban ver
los últimos adornos que los cofrades colocaban a su figura.
   «Una divinidad»
   «Es precioso, una
divinidad, cuando lo miras parece que tiene los labios mojados», explicó
Carmen, una de las curiosas que aguardaba la salida de la imagen. Junto a
ella, aguantaba el frío con un gorro de lana, Rosa, otra fiel del paso que
sacan a la calle en Madrid cada Miércoles Santo los cofrades de la
Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y los de María Santísima de
las Angustias, originarios de León. «Siempre me gusta venir a ver esta
procesión. Es el de la salud y este año le vengo a pedir mucha paz para
todos, que falta hace», señaló esta señora.
   En
la puerta de las casetas, acondicionadas para vestir a nazarenos, las
palabras de ánimo y de apoyo a los que después no consiguieron sacar por
segundo año consecutivo a la figura de rodillas por la puerta de la
iglesia, eran una constante.
   David es uno de los integrantes de la
cofradía tenía seguro que, por primera vez, no llevaría a hombros a su
figura. «Estoy lesionado y no puedo salir después de seis años haciéndolo.
Vengo a empujar desde fuera, a dar ánimos a los compañeros», explicó este
joven. Muy cerca de él aguardaban también la salida de la imagen dos de
chicos que este año han corrido su misma suerte.
   «Tuve un
accidente y me he pasado siete meses sin moverme, el año que viene si Dios
quiere saldré, he hecho la promesa», explicaba uno de ellos mientras que
otro recibía los ánimos de José Antonio Rodríguez, segundo capataz del
Cristo de la Salud, al que explicaba que «venía a sufrir» por no poder
salir tras un accidente de moto.
   Todo lo contrario que el de éstos
era el testimonio de Jesús. «Llevo siete años saliendo con la hermandad en
Madrid pero estoy ensayando también en Sevilla. En cuanto acabe aquí me
voy para allá corriendo porque saldré con la Exaltación de los caballos»,
explicó éste chico para quien participar en las procesiones «tiene que
salir de dentro».
   Más de 50 costaleros
   El tiempo, muy frío y con amenaza de lluvia durante toda la tarde, se
lo puso difícil a los capataces. Debajo del paso sujetarían su estructura
35 costaleros, aunque durante las cuatro o cinco horas que dura la
procesión pasan bajo los palos del Cristo de la Salud entre 50 o 60
personas. Todos bien abrigados para pasar lo mejor posible el momento
dedicado a la devoción. «Yo me pondré tres jerseys y esta camiseta para no
pasar frío», dijo Rocío, novia de uno de los costaleros y miembro de la
hermandad de la que recordó que realiza numerosas obras de caridad durante
el año.
   Este año como novedades el Cristo portó una cruz más
ligera que en anteriores ediciones. Además, el paso estrenó también dos
angelotes, uno payo y otro gitano, que simulan la unión entre étnias en
esta procesión.
   Así como la raza, la edad tampoco está reñida
con la fe en estas hermandades. Ayer, entre los nazarenos, podían verse
desde niños, de dos y tres años, ataviados con la misma indumentaria que
los mayores – túnica y capa – aunque libres aún de cargar con el peso de su
Cristo.
   Meses de ensayos
   Cuatro meses después
de comenzar los ensayos – empezaron en diciembre – todo estaba preparado por
fin para que a las diez menos cuarto los costaleros consiguieran comenzar
su procesión sacando con «muchísimo esfuerzo», según uno de ellos», los
1.200 kilos que pesa el paso repleto de flores. «Lo más difícil es sacarlo
a la calle y dale la vuelta en la iglesia porque sacamos el paso a gatas»,
explicó el segundo capatáz.
   Además, José Antonio Rodríguez
explicó que la procesión de los gitanos es tan especial porque es la que
más se parece a las de la capital Hispalense. «Allí los cofrades son gente
del mismo barrio que bajan a tomarse un vino juntos al local de la
cofradía. Aquí es diferente, tenemos que desplazarnos para juntarnos, cada
uno viene de una punta de Madrid, pero creo que tiene más mérito, lo
sentimos más», concluyó.
   

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