Desde hoy, los bolivianos que viajen a España – y, en general, a la Unión Europe – necesitan visado. Ello representará la reducción del flujo que se ha mantenido hasta ahora en un 98%, lo que significa que cesará en la práctica la inmigración ilegal. Desde el punto de vista económico, se entiende que los países europeos estén decididos a controlar la inmigración, a gestionar la llegada de inmigrantes legales e ilegales, y en este sentido nada cabe objetar a la medida. Sin embargo, produce inevitable tristeza la constatación de que se van elevando las barreras que nos separan de nuestros hermanos latinoamericanos. De quienes, en momentos difíciles los españoles, nos han acogido siempre con admirable hospitalidad. Conviene recordar que no sólo nos hemos refugiado en Latinoamérica cuando nos ha obligado a ello algunos de nuestros reiterados conflictos civiles: también para salir del subdesarrollo. No cabe, pues, justificación a la actual desagradecimiento, que alza ‘muros’ entre nuestros países.