Miles de bolivianos apuran su última oportunidad de entrar en España
El Periodico, , 30-03-2007Salir o salir. Ese es el dilema que afrontaban ayer miles de bolivianos casi amotinados en los aeropuertos del país andino en busca de su última oportunidad para entrar en España antes de que, el domingo, se implante la exigencia de visado. Mientras, los 600 que conseguían pisar suelo español se enfrentaban a los funcionarios policiales de Barajas que enviaron de vuelta a su país a unos 60 para desesperación de sus familiares. Sus seres queridos no habían tenido la suerte de los 15.000 bolivianos que han estado llegando a la terminal madrileña desde que el pasado octubre se hizo público el calendario de implantación del visado.
Un mínimo de 200.000 bolivianos se han instalado en los últimos tres años en España tras la profunda crisis en la que había caído el país andino. El INE tenía registrados 2.217 el 1 de enero del 2000 y seis años después eran ya 140.000. Aunque no hay datos oficiales, las estimaciones hechas a partir de las llegadas en Barajas sitúan la población actual en ese mínimo de 200.000.
Al poco de detectarse la llegada masiva, el Gobierno español empezó los trámites para que la UE impusiera la barrera burocrática. Aunque en poco o nada hubiera contado su opinión, el presidente boliviano, Evo Morales, no se opuso a la medida y, tras la decisión unánime de los Veinticinco, ahora cae el telón al éxodo.
LA QUIEBRA DE LAB
Marcharse será casi imposible a partir del domingo, pero ayer ya era muy, muy difícil. Las terminales aéreas internacionales de Viru Viru (Santa Cruz) y Jorge Wilstermann (Cochabamba) estaban sumidas en el caos. El llanto de aquellos que no podían obtener billete se mezclaba con el de las madres que despedían a sus hijos. Viru Viru fue virtualmente tomado por cientos de pasajeros que se quedaron sin embarcar en la compañía Lloyd Aéreo Boliviana (LAB). “No tenemos combustible”, les decían.
En los últimos días, LAB ha dejado en tierra a 1.600 viajeros y ayer se declararon en quiebra después de que el miércoles el Gobierno boliviano detuviera a tres de sus directivos. Lo insólito es que, en medio de los gritos y pedidos de devolución del dinero, no faltaban vendedores de pasajes – – ¿quizá falsos? – – a la caza del último de los desesperados.
TARIFAS DISPARADAS
Los precios de los pasajes han aumentado en más del 100%, según ha denunciado estos días la prensa boliviana. Un avión del Transporte Aéreo Militar (TAM) fue contratado para ir hasta Sao Paulo (Brasil), escala previa a un vuelo a Lisboa (Portugal). Pero el vuelo no llegó a tiempo por complicaciones meteorológicas y los bolivianos quedaron atrapados en Brasil. En este contexto, el caso del crucero Sinfonía, en el que viajaban 82 bolivianos, acentuó el debate sobre la inmigración.
“El sueño europeo, a estas alturas, se ha convertido en un angustioso e inevitable drama humano”, apuntaba La Razón. Los diarios y las televisiones también han denunciado las “arbitrariedades” a las que son sometidos los bolivianos en España antes de ser devueltos. “Me encerraron en un cuarto solo por quitarme los zapatos”, dijo una mujer ante las cámaras. Un jubilado contó que, a pesar de tener el hotel pagado y una cuenta de 5.000 euros, fue igualmente expulsado.
Bolivia asiste a una verdadera paradoja porque sus indicadores económicos son, en este momento, muchísimo mejores de lo que lo fueron en el pasado. Los avances han sido posibles gracias a las exportaciones de hidrocarburos, la condonación de deuda con organismos internacionales y una mejor gestión de las cuentas públicas. Además, el Banco Central cuenta con una cifra inédita de reservas internacionales: 3.000 millones de euros.
Sin embargo, el crecimiento económico, según insisten analistas cercanos al Gobierno y la oposición, no ha llegado todavía a la población del país más pobre de Suramérica. A pesar de su simpatía por el presidente, Evo Morales, muchos siguen optando por salir del país.
Mientras, en el aeropuerto de Barajas (Madrid), cientos de bolivianos que esperaban ansiosamente a sus familiares vivieron ayer una jornada marcada por la tensión y la angustia. La mayoría de ellos decían con cara de póquer que sus allegados viajaban a España para hacerles “una visita”, pero otros más valientes reconocían que llegaban para quedarse a trabajar. “Sí, viene a buscar trabajo, otra cosa no te puedo decir”, confesaba Edwin Ledesma mientras esperaba que su hermana pasara la criba de los funcionarios de extranjería.
Elisabeth Taboada contaba indignada que a su cuñada le habían quitado el pasaporte y permanecía retenida junto a unos 200 compatriotas. Otros optaron por dejar de lamerse las heridas y se presentaron en el aeropuerto con un abogado. “Hay agencias que se están aprovechando y están cobrando hasta 1.200 euros por el billete”, contaba María Elena Argandoña mientras su compatriota Ana Rivas denunciaba que el Gobierno boliviano estaba cobrando “500 euros por cada pasaporte”.
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