El colectivo que aúna a las empleadas del hogar de Vizcaya volvió ayer a denunciar la «precaria situación» que la mayoría sufre en su trabajo. Para muestra, un botón. Respecto a las trabajadoras internas, el 94% no cobra el salario mínimo que le corresponde en función de la labor realizada, teniendo en cuenta que por una jornada de 60 horas mensuales (la mayoría alcanza y supera) «se deberían cobrar, como mínimo, 811 euros al mes, y ahora, la media se sitúa en los 780».

Estos fueron algunos de los datos presentados en Bilbao por la Asociación de Trabajadoras del Hogar, cuyos portavoces exigieron como primera medida, un cambio en el marco legislativo vigente, que data de 1985. En su opinión, la ley posee numerosas «lagunas» y «desventajas» para las propias empleadas. En este sentido, una de las primeras modificaciones llegará con la puesta en marcha del Plan de Familia 2007 – 2010 del Gobierno vasco y que impulsa la contratación de estas trabajadoras en la Seguridad Social.

Las cifras, elaboradas a partir de las consultas atendidas en las asesorías de Bilbao, Basauri y Barakaldo, se discriminan en función de si las empleadas son internas o externas. En el primer caso, ninguna trabaja menos de ocho diarias, mientras que el 80%, lo hace más de diez. Respecto al descanso semanal, una de cada cinco no lo hace ni un sólo día, mientras que el 65% no tiene descanso dentro de la jornada laboral. En lo referido a las vacaciones, cuatro de cada diez no tiene y ni se las pagan. Por su parte, el 30% no está dada de alta en la Seguridad Social.

Trabajadoras inmigrantes

Esta misma tendencia se da en las trabajadoras externas. De las que trabajan 20 o más horas a la semana – deberían estar dadas de alta en la Seguridad Social, según la ley – , un 41% no lo estaba. Respecto a la jornada laboral de las que trabajan a tiempo completo, el 60% lo hace más de 40 horas a la semana, y de ellas, el 20% más de 60. En general, todas cobran menos del salario que deberían ganar.

Por otra parte, el colectivo advirtió de los problemas que sufren las trabajadoras inmigrantes, ya que muchas de ellas no denuncian su situación por miedo a que les expulsen del país porque carecen de los papeles reglamentarios.