LA INMIGRACIÓN EN EE.UU.
Asedio a los inmigrantes sin papeles
Las redadas contra indocumentados crean psicosis entre los hispanos en EE. UU.
La Vanguardia, , 19-03-2007Los inmigrantes ilegales en Estados Unidos padecen unas redadas policiales en los últimos meses que siembran el pánico: miles de trabajadores han sido ya deportados. Según algunas fuentes se trata de una respuesta a las megamarchas de hace un año.
ANDY ROBINSON – Corresponsal SCHUYLER (NEBRASKA)
MIEDO
La semana pasada detuvieron a 360 trabajadores en Boston
PARÁLISIS LEGISLATIVA
Las redadas suceden con la reforma inmigratoria paralizada en el Congreso
DERECHOS VIOLADOS
“Vemos violaciones de derechos civiles básicos”, dice un empresario peruano
Para las comunidades centroamericanas, mano de obra barata para los mataderos de ganado del estado de Nebraska, las redadas antiinmigrantes de los últimos meses han despertado los fantasmas del pasado.
“Tengo recuerdos muy malos de la guerrilla y el ejército en Guatemala y ahora nos está pasando lo mismo aquí con la inmigración”, dice una trabajadora de 30 años, oriunda del pueblo de San Marcos (Guatemala), escena de matanzas en los años ochenta, ahora residente en el pueblo de Schuyler, a 60 kilómetros de Omaha. Su hermano Ronnie Velásquez, trabajador del matadero, fue detenido en diciembre y deportado junto con otros 175 trabajadores guatemaltecos. Ella teme que le pueda pasar lo mismo.
Desde las últimas redadas de indocumentados por los agentes de la Immigration and Customs Enforcement – la Oficina Federal de Inmigración y Aduanas, conocida en estos pueblos hispanos de Nebraska como la ICE (y pronunciado ais)-,esta mujer que vive con su marido y dos familiares ha abandonado su trabajo en el matadero de la multinacional Cargill por miedo a ser detenida. “Estuvieron cinco años tramitando mi solicitud de asilo político y acaban de rechazarla”, dice. “En Guatemala, cuando venía el ejército o la guerrilla nos escondíamos debajo de la cama; ahora con la ICE nos pasa los mismo”, añade.
Es un solo caso de una campaña de operaciones de detención de indocumentados iniciada por las autoridades de inmigración a finales del año pasado y que sigue hasta hoy sembrando miedo en las comunidades hispanas en todo el país. Tras la llamada operación Rodear los Vagones llevada a cabo en seis plantas de la empresa cárnica Swift en estados diversos, desde Texas hasta Nebraska, la ICE ha detenido a miles de trabajadores inmigrantes. La semana pasada 360 trabajadores, principalmente centroamericanos, fueron detenidos en una fábrica de equipos militares en Boston. Días antes, en la operación Limpieza, la ICE detuvo a 220 trabajadoras de la limpieza de la empresa Rosenbaum y Cunningham en 17 estados.
Mientras tanto, se producen operaciones de acoso en cientos de pueblos con poblaciones hispanas. Tras años de hacer la vista gorda con los estimados doce millones de trabajadores indocumentados, las redadas se producen en un momento en el que la reforma inmigratoria está paralizada en el Congreso, con un proyecto de ley que, de aprobarse, establecería un sistema de permisos provisionales para trabajadores huéspedes.
Ha quedado muy lejos la euforia de las multitudinarias manifestaciones y megamarchas de la primavera del 2006. “Algunos compañeros dicen que las redadas son la respuesta a las marchas, pero creo que tenemos que seguir manifestándonos”, dijo Juan Valadés, obrero mexicano de 51 años que trabaja desde hace 13 en un matadero de Omaha.
“Hay una psicosis aquí en estos momentos; estamos viendo violaciones de derechos civiles básicos; la ICE ha echado abajo puertas para entrar sin orden de busca para detener a gente; hay niños que han visto a sus madres deportadas”, dijo Luis Lucar, empresario peruano del pequeño pueblo que ayuda a los afectados. Schuyler tiene cinco mil habitantes, el 90% de ellos hispanos y casi todos empleados, tanto hombres como mujeres, en el matadero de Cargill, donde se sacrifican y descuartizan tres o cuatro vacas por minuto. Cobran sueldos de once o doce dólares la hora. “Es injusto lo que están haciendo a una comunidad que tanto ha dado a este país”.
Ronnie Velásquez fue detenido el pasado 12 de diciembre – el día de la Virgen de Guadalupe- en la redada efectuada en el matadero de Swift, en Grand Island, a 20 kilómetros de Schuyler. Era uno de los 1.300 trabajadores de Swift detenidos a escala nacional, 260 de ellos en la planta de Grand Island. Una veintena de ellos han sido deportados y otros esperan audiencia. Agentes armados “los mantuvieron encerrados en la planta haciendo revisiones desde las ocho de la mañana hasta la noche”, dijo Terry Mostek, representante del sindicato UFCW, que se encontraba dentro de la planta en el momento de la redada. Velásquez, de 31 años, que llevaba ocho años trabajando en las plantas de carne de Nebraska, fue transportado a una cárcel en Iowa y luego deportado a Guatemala. “Trato de acostumbrarme al ambiente en Guatemala”, dijo ayer en una conversación telefónica con este diario. “Estoy con la familia y hay alegría, pero aquí no hay trabajo”, añadió.
No ha podido hablar con ninguno de sus compañeros detenidos.
Tres madres solteras y un padre soltero fueron detenidos en la redada de la Swift de Grand Island. Los dos hijos del padre soltero detenido en el matadero se encontraban en esos momentos con su canguro. Su padre fue llevado a Camp Dodge, una base militar en Iowa, luego fue trasladado a Atlanta (Georgia) y deportado a México. Tres meses después, “los niños todavía se encuentran en casa de su niñera y ella no tiene recursos para mantenerlos”, dijo la hermana Isabel, responsable de ayuda a la comunidad hispana de la catedral de Santa María en Grand Island. “Hay mujeres cuyos maridos han sido deportados y no saben inglés, no tienen trabajo ni forma de comunicarse con sus maridos”. Los abogados “cobran mil dólares a los inmigrantes amenazados con deportación pero no ponen mucho interés”, añade.
La situación de los niños de padres deportados en las redadas en Boston y Nebraska ilustra las contradicciones de la política actual de inmigración en EE. UU. Los niños de los padres deportados tienen derecho a la nacionalidad estadounidense por haber nacido en Estados Unidos, pero sus padres corren el riesgo de ser deportados en las redadas, lo que agudiza el miedo, palpable en las calles de Grand Island y Schuyler. “Están haciendo añicos a familias – dice el padre Vince de la catedral de Santa María-. Se debe hacer algo porque hay muchos niños en esta situación, yo he bautizado a 900 en los últimos cinco años”.
La psicosis se extiende por la comunidad hispana en Grand Island. “No es casualidad que eligieran Swift, donde tenemos representación sindical, es un ataque al trabajo organizado”, dijo Dan Hoppes, representante de la UFCW en Grand Island. Desde la redada “el negocio se desplomó; la gente tiene miedo a salir”, dijo Margarita Ventura, propietaria de un colmado una calle de Grand Island.
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