Inmigración, necesidad y tolerancia

Deia, Oscar Subijana, 19-03-2007

CUANDO conocemos que en la Ribera de Navarra hay miles de trabajadores ilegales que beben de la inmigración, y sabemos a través de un debate en una radio que en aquellos colegios en los que hay niños inmigrantes, se cultiva mucho más la tolerancia, la solidaridad y el entendimiento entre razas, algo bueno y malo pasa. Euskadi vive todavía lejana al fenómeno de la inmigración en forma masiva. Pero es cuestión de tiempo que personas foráneas lleguen a nuestra tierra para trabajar, compartir esfuerzos e integrarse con mayor o menor éxito. Al inmigrante le marca el esfuerzo; la necesidad de integración en una tierra con unas costumbres que no son suyas. Esta “obligación” requiere del recién llegado un cultivo refinado del respeto al otro. Simplemente porque necesita ser aceptado en ese nuevo círculo en el que le ha tocado vivir. De ahí que los niños inmigrantes enseñen a los locales cómo se puede uno relacionar desde el respeto a los compañeros, a los profesores y a la familia. Todo esto es lo suficientemente enriquecedor como para que los miserables de siempre saquen réditos económicos de una vergonzante explotación, ya se produzca ésta en la Ribera navarra o entre vides en Rioja Alavesa. Las instituciones deben ser las abanderadas de la integración. Luchar contra la discriminación debe ser su faro-guía. Ya tenemos entre nosotros a los primeros inmigrantes adultos bajo un programa de protección y desarrollo institucional que siempre será beneficioso. Y en la medida en que se les trate bien, el boca a boca sólo generará beneficios para el colectivo social. Los niños inmigrantes nos enseñan cómo aplicar la tolerancia. Hagámosles caso.

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