ESPAÑA
¿Ha visto a este niño?
La mitad de denuncias por desaparición en España son de menores, aunque la mayoría se resuelven en días. No obstante, la Interpol busca a veinte de los que no hay ni rastro
Diario Sur, , 18-03-2007POCOS sucesos generan tanta desazón y alarma social como la desaparición de un niño. El caso de Yéremi Vargas, el pequeño de siete años que se esfumó hace ocho días frente a la puerta de su casa en Gran Canaria, ha desencadenado una movilización sin precedentes para dar con su paradero. Más de un millar de personas de todos los cuerpos policiales, equipos de emergencias, militares, vecinos… han dado la vuelta a la isla como si fuera un guante: invernaderos abandonados, barrancos, pozos y viviendas deshabitadas han sido minuciosamente revisados. Se han llegado a volcar los contenedores de basura para dar con algún rastro del crío. Nada.
La esperanza de hallar al pequeño con vida se agota. La familia trata de mantenerla a duras penas. La madre, una joven de 24 años con otra criatura de 13 meses, apenas puede sostenerse en pie. La abuela, que se percató de la ausencia del pequeño al llamarle para comer, se lamenta ahora de no haber puesto antes la mesa. «Se llevaron a mi niño y no le di el puré. Se lo llevaron sin comer», repite, sin comprender nada.
Porque para la familia nunca ha cabido otra posibilidad que la del secuestro. «A mi hijo se lo llevaron y algo malo le están haciendo», insiste Ithaysa. Su angustia es compartida por otra familia grancanaria que, desde el pasado junio, sufre la ausencia de Sara Morales, una chica de 14 años desaparecida cuando se dirigía a un centro comercial. Las autoridades, en principio, han descartado la conexión de ambos casos.
«Un niño de esa edad no se va voluntariamente de su casa y han rastreado la zona al dedillo. Desde el principio parecía claro que alguien lo había raptado», asevera Salvador Domínguez, presidente de la asociación de familiares y amigos de desaparecidos, ADESEPA, con la autoridad de quien ha escuchado decenas de historias parecidas. El espectacular despliegue para encontrar al pequeño Yéremi recuerda al montado por la desaparición de Donovan Párraga, el niño madrileño de 13 años cuya pista se perdió un 27 de febrero de 2002 cuando iba a coger un autobús para visitar a su abuela. Se imprimieron 250.000 carteles con su foto que, también se reprodujo en ocho millones de yogures. Pero, a pesar de que se recibieron cientos de llamadas, nadie pudo verle nunca: su cadáver fue hallado once meses después en un pozo séptico a pocos metros de su casa, en una zona revisada varias veces. Donovan se cayó dentro al poco de desaparecer.
Casos abiertos
En contra de lo que pudiera parecer, los casos de desapariciones de niños son algo cotidiano aunque, afortunadamente, el desenlace suele ser feliz. Alrededor de la mitad de los avisos por ausencias recibidos en las comisarías tienen como protagonistas a menores de edad. La mayoría de los casos, sin embargo, se resuelven a las pocas horas; como mucho se prolongan dos semanas. Riñas de adolescentes o unas malas notas suelen esconderse tras estas huidas pasajeras, que acaban en una reprimenda y en un reconfortante abrazo.
Durante 2006, la Ertzaintza tuvo constancia de la desaparición de 406 menores. Actualmente hay 33 casos abiertos. Cinco de ellos son de jóvenes desaparecidos fuera de la comunidad autónoma – Madrid, Badajoz, Navarra y dos en Francia – , pero sus padres sospechan que pueden estar en Euskadi. Una buena parte de estos casos corresponden a menores inmigrantes que un día decidieron huir de los centros de acogida para buscarse la vida.
Interpol, por su parte, mantiene activa la búsqueda de 19 niños desaparecidos en las últimas dos décadas. Muchos de ellos, si están vivos, ya son mayores de edad. Doce de estos casos están catalogados como ‘secuestros familiares’; es decir, los padres se separan y, el que no tiene la custodia, se lleva al menor. En prácticamente todos los casos, se trata de familias en las que uno de los progenitores es extranjero.
Según ADESEPA, en España hay 14.600 desaparecidos y «unos 4.000 cadáveres sin identificar». Domínguez se queja de los «escasos recursos» que las autoridades destinan para buscarles. «No les interesan», asegura. «Una de nuestras reivindicaciones es la creación de un registro de ausentes que evite duplicidades y permita seguir las pistas, y un grupo policial dedicado en exclusiva», concluye Salvador.
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