"Los inmigrantes nos gustan cuando están lejos"
El Periodico, , 16-03-2007 - – Hace reír hablando de cayucos y árabes, cosa seria.
– – Me costó mucho escribirlo, pero hay que hincarle el diente a lo jodido. Quise ser humorista cuando, de niño, en Argentina, escuché los disparos de Gila. Ya entonces se atrevía a hacer humor sobre la guerra. Yo también tiro bombas, desde la amabilidad. En mi texto hablo de cómo nos hemos modernizado los occidentales; cómo nos gustan los inmigrantes, los del Caribe, por ejemplo, cuando están lejos; los negritos que aparecen en la publicidad, ¡pero que no se bajen del cartel!
– – Habla de latinoamericanos, rubios del Este, subsaharianos y “moros”.
– – Sí, porque nosotros a todos los del Norte de África les llamamos moros, sean de Marruecos, Túnez o lo que sea. Pero luego lo susceptibles que somos para las diferencias entre valencianos y catalanes.
– – También somos desmemoriados…
– – Sí, cuando criticamos las borracheras de los ecuatorianos olvidamos el patrio botellón. Y los carajillos de buena mañana de nuestros abuelos. Y nos metemos con los velos de las moras. ¡No nos acordamos de aquellas abuelas con pañuelo y bigote!
– – Que somos racistas, vamos…
– – Pequeños intolerantes. En cada encuentro con un sin papeles lanzamos un gruñido. Pero ser inmigrante tampoco garantiza ser buena gente.
– – ¿Problemas con el público?
– – A través de Amnistía Internacional, que recibe un porcentaje de la recaudación, hubo sesiones para inmigrantes. Tenía terror a que me entendieran mal y creyeran que hacía burla de ellos. Pero fue muy bien.
– – Las pullas le llegan de los de aquí.
– – Hay gente que no lo entiende. ¡Un argentino diciéndonos cómo nos debemos comportar! Y como en el show doy mi móvil, he recibido mensajes del tipo: “Vuelve a tu puto país”.
– – El cielo, dice usted, es el único sitio donde no piden documentos.
– – Sí, y es curioso, allá estamos todos en pelotas y sin papeles, pero nadie quiere subir.
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