El color de los cacheos
El Periodico, , 16-03-2007Es la primera vez en cuatro años que el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD) muestra el número de registros de esa práctica conocida como stop and frisks (parar y cachear). Y las cifras han vuelto a encender las críticas contra un departamento cuyo historial de brutalidad y racismo es de sobra conocido. No solo porque se han multiplicado por cinco: la policía paró a 508.540 personas en el 2006, frente a 97.296 en el 2002. Sino porque el 85% de los registrados en plena calle son negros o latinos. Concretamente un 55% de ellos negros, un 30% hispanos y un 11% blancos.
Llueve sobre mojado, dicen activistas como el reverendo Al Sharpton. “Estos datos envían un claro mensaje al resto del país: el NYPD tiene una política mucho más agresiva con los negros”, afirma Sharpton, que pretende presentar una demanda colectiva por parar a los ciudadanos – – la mayoría de las veces solo para pedirles su identificación y registrarlos – – por motivos raciales.
Los números han enfurecido a la comunidad negra, que todavía no ha olvidado la muerte de Sean Bell, un joven de 23 años acribillado a balazos en noviembre cuando salía de celebrar su despedida de soltero en un club de Queens.
Desarmados
El cuerpo de Bell recibió 50 disparos pocas horas antes de su boda. Ni él ni los dos amigos que lo acompañaban (también heridos en el tiroteo) iban armados. Y aunque la investigación aún no ha terminado, todo parece indicar que se trató de un malentendido por parte de los agentes que habían aparcado su coche patrulla frente al club. La comunidad negra se echó a las calles denunciando que el color de la piel de los tres jóvenes provocó el tiroteo.
Así que ahora estas cifras vuelven a poner en entredicho el comportamiento de la policía. Y lo hacen todavía más cuando el porcentaje de negros en la ciudad es del 25%, muy inferior al 44% de blancos y el 28% de latinos.
Fue precisamente otro episodio de brutalidad policial contra un inmigrante guineano, Amadou Diallo, asesinado por cuatro agentes en el Bronx en 1999, el que avivó la ira de los neoyorquinos en la época del alcalde Rudolph Giuliani, cuya estrategia para reducir el crimen, su famosa “tolerancia cero”, llegó acompañada de racismo y sonados escándalos de abusos de la autoridad. En el cuerpo de Diallo estallaron 19 de las 41 balas disparadas. Otro malentendido. Otro negro muerto dos años después de que al haitiano Abner Louima lo golpearan y violaran en el cuarto de baño de una comisaría de Brooklyn.
Desde 1999, después del caso Diallo, el NYPD tiene que informar sobre el número y la naturaleza de los registros que realizan sus 37.000 uniformados. Pero las estadísticas del año pasado son las primeras que dan desde el 2003.
“Herramienta esencial”
El departamento niega cualquier conducta racista. “Parar a individuos que podrían estar relacionados con alguna actividad delictiva es una herramienta esencial para mantener la seguridad”, subrayó el portavoz Paul Browne. Y para defender su argumento pide analizar los datos en su contexto. Es decir, que los negros e hispanos registran un índice de criminalidad superior al del resto.
Así, el NYPD indica que mientras el 55% de los que paró y registró en el 2006 eran negros, el 68% de los sospechosos descritos por las víctimas de algún delito también eran negros. El 24% señaló que sus asaltantes eran hispanos (frente al 30% de parados y registrados en la calle), mientras que el porcentaje de sospechosos blancos es del 5%, aunque pararon al 11%.
Una política más agresiva a la hora de aplicar la ley y una base de datos más rigurosa podrían ser las causas del incremento de registros, explica el NYPD.
“Esto refleja claramente que la policía no actúa por motivos raciales. La gente a la que paran es la que más responde a las descripciones de los testigos”, apuntó el legislador local Peter Vallone, presidente del comité de seguridad pública de la ciudad.
Nueva York sigue ostentando con orgullo el título de urbe más segura de todo el país por quinto año consecutivo y mantiene el índice de criminalidad relativamente bajo. Pero las quejas por stop and frisks han aumentado y muchos coinciden en que en esta era post 11 – S los encontronazos con la policía son cada vez más invasivos y humillantes.
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