CC guarda con mucho celo su campaña electoral, ávida de dar un campanazo capaz de catapultarla unas decenas de miles de votos más allá de sus perspectivas más realistas. Los nacionalistas tienen una fe casi ciega en sus capacidades como movilizadores de votos, fe que en buena medida se alimenta del terror que provocan en sus adversarios políticos sus puestas en escena de cara a la población. De cara a las tripas de tal población para ser más exactos, pero en todo caso poderosas tanto por el mensaje lanzado como por los medios utilizados.

De momento, acicalan el retrato de Paulino Rivero, justo con la intención de dibujarle en el cráneo el mapa de Canarias que a tantos políticos de altura se les supone incorporado de fábrica, y tratan de pulir, fijar y dar esplendor al contenido político de la vertiente oratoria del candidato para ponerle al nivel de sus oponentes a la Presidencia, eso a los que tiene audazmente retados. Además continúan sacándole punta a las reivindicaciones ante Madrid, Bruselas o el Imperio Galáctico capaces de transmitir al ciudadano canario una sensación de falta de sensibilidad con sus necesidades capaz de colocarles de nuevo en sus brazos.

A la espera de lo que será el gran acontecimiento ?el único producto electoral del mundo mundial hecho expresamente para Canarias, que no necesariamente en Canarias? cabe ya intuir algunas de las líneas maestras de lo que será la campaña nacionalista.

Mi apuesta es que el empleo va a ser la gran carnaza de la temporada electoral. Lo creo porque, después del fracaso del argumento según el cual las islas van a reventar por los cuatro costados por el incremento poblacional, fracaso en cuanto que el Gobierno central no parece interesado en darle aire a ese cometa, lo que sigue es enfrentar a los de dentro y a los de fuera por los recursos. ¿Y qué bien más preciado que el trabajo?

No se atreven a decir lo que les gustaría, que los canarios que están en paro lo están porque otro que no es canario le ha quitado el trabajo. Porque ni es verdad ni, por tanto, podrían probarlo. Pero elucubran ya con modos y maneras de priorizar el acceso al empleo del natural y residente frente al foráneo llevados por la idea, que necesariamente debería ser atacada desde otra perspectiva más solidaria, de que los canarios no aceptarían trabajar en las condiciones laborales que lo hacen los que saben que no acudirá nadie a ayudarlos.

Insistir en la idea de que la inmigración aumenta el paro no es serio ni bueno si, además, no se recalca el concepto, por otra parte aceptado, de que los que vienen de fuera están copando un sector del mercado laboral en el que los canarios no compiten. Y se pone el énfasis ?así lo tuvo que admitir recientemente la consejera del área? en que las principales víctimas del paro son los propios inmigrantes.