Pedro Panzós, de 53 años, fue deportado de EEUU después de 16 años de residir allá. Ahora denuncia el mal trato que recibió en el centro de detención y exige a las autoridades de ambos países mayor apoyo para los migrantes.

¿En qué circunstancias lo detuvieron?

Estaba lavando mi carro, afuera de mi casa, en Nevada, cuando llegaron 15 hombres armados; me exigieron papeles e hicieron preguntas.

Yo tenía mis papeles en orden para trabajar, y un abogado tramitaba mi caso para obtener los documentos a través de la Ley Nacara, que beneficia a los guatemaltecos que ingresaron en ese país previo a 1990. En toda la cuadra entraron a los departamentos y nos llevaron encadenados.

¿A dónde los trasladaron?

Primero nos llevaron a una pequeña prisión de Migración, en Nevada. Sólo nos daban un jugo y panes congelados; el espacio era como el cuarto de un baño de restaurante, y después nos enviaron en avión hasta California. Un oficial me dijo que si firmaba o no mi solicitud de deportación daba lo mismo, porque igual sería deportado.

Después nos llevaron al centro de detención de Lancaster, California.

¿Cuánto tiempo estuvo en ese lugar?

Tres meses. Nunca había estado preso. Nos pusieron con personas que estaban cumpliendo condenas, como si fuéramos criminales. En cada celda había un líder de ellos, y teníamos que cumplir con las leyes internas que se inventaban. Además del mal trato que nos daban los oficiales.

¿Qué fue lo más duro?

Yo presencié cómo un compañero mexicano se suicidó en la cárcel. Yo le hablé para que no lo hiciera, pero no escuchó, y de la desesperación, se ahorcó con una sábana.