Editorial
"El Universal". MÉXICO: "Los dos rostros de la migración"
Prensa Latinoamericana, , 09-03-2007El fenómeno de la migración es global; la forma de acercarse a tratarlo, no. Estados Unidos y España muestran las dos caras: el primero impone y comunica, en una gira organizada al vapor; la segunda busca consensos y negocia con países expulsores.
Los dos países comparten el hecho de ser imán para trabajadores sin papeles, porque en ambas economías se necesita mano de obra no disponible entre sus nacionales.
Estados Unidos y España son testigos de un fenómeno migratorio que mezcla cambios demográficos, variaciones en patrones de empleo y lucrativas redes internacionales de tráfico de seres humanos.
Enmedio queda espacio para la diplomacia y la creatividad o para la imposición y la fuerza. Madrid busca negociar soluciones con países expulsores, en tanto que Washington reivindica el tema de la migración como un asunto nacional, de ámbito legal, anuncia la construcción de un muro y es previsible que aproveche la gira del presidente George W. Bush por América Latina, que comienza hoy, para informar, más que negociar, sus siguientes pasos.
Si el acuerdo migratorio de México con Estados Unidos se logra en un plazo de los próximos 18 meses, como se pretende, será porque arroje saldos positivos desde el punto de vista de ellos, no de nosotros, involucrados en el problema, pero no en su solución.
El tema es sobresaliente en las relaciones de América Latina y Estados Unidos, pero no reviste la misma relevancia en la agenda de la gira que Bush inicia hoy por Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México.
Lo paradójico es que, acuerdo o no acuerdo, la migración sigue su curso. A pesar de la crisis del sector de la construcción, por una economía estadounidense que se está desacelerando desde el año pasado, la generación de empleos entre la comunidad hispana en este rubro aumentó un millón más que en el 2005. De 114.7 millones de trabajadores en Estados Unidos, 19.6 millones son hispanos, con o sin papeles.
Eso representa un sorprendente 13.6% de la fuerza laboral, según el Pew Hispanic Center.
Tanto que en mesas de secretarios de Estado de Bush se juega con las iniciales de la organización nacional de auxilio en caso de desastres, FEMA, interpretándolas como Find Every Mexican Available (“traigan a cada mexicano disponible”).
La discrepancia en el valor que los trabajadores hispanos, desde el más modesto recolector de frutas hasta el más sofisticado ingeniero en sistemas, aportan a la economía estadounidense contrasta con las reticencias para formular una reforma migratoria equitativa.
España, en cambio, que de exportadora de mano de obra hace un decenio es hoy fuente de trabajo para sudamericanos y norafricanos, tiene políticas más comprensivas del profundo drama humano que subyace en el fenómeno.
Entre otras cosas, los trabajadores requeridos son contratados previamente en sus países de origen, para evitarles las penas de un viaje erizado de peligros y en condiciones de irregularidad legal, según escribe en estas páginas Consuelo Rumí, secretaria de Inmigración y Emigración del gobierno español.
El modelo español es más humano, más incluyente y a más largo plazo; bien haríamos en estudiarlo en América del Norte.
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