Desde Dentro Ricardo Peytaví
¿Cherokees racistas?
El Día, , 07-03-2007Menos mal que de vez en cuando, aunque por desdicha no con demasiada frecuencia, una noticia surge entre el maremagno de desolación cotidiana para alegrarnos el día desde temprano. Leo con cómico estupor que los indios cherokees han decidido expulsar a los negros que viven en su reserva. Para ello ahora son otros tiempos no se han pintado la cara, puesto plumas en la cabeza y desenterrado el hacha de guerra. Todo lo contrario: han preferido el camino más civilizado de la democracia. El domingo pasado eso dice la noticia celebraron un concurrido referéndum en el que dieron consistencia legal a su drástica decisión. El motivo lo desconozco porque no se cita en la crónica. Sí se explica, en cambio, que los norteamericanos de color usemos el eufemismo habitan entre los indios hace un siglo más o menos.
Hasta aquí la anécdota graciosa. La pregunta inmediata es un poco más seria. ¿Qué habría ocurrido si quienes han convocado una consulta de este tipo no hubiesen sido los pobladores de una reserva, sino los blancos que viven en la Quinta Avenida neoyorquina? Y sin necesidad de cruzar el Atlántico, ¿qué estaría ocurriendo si alguien de estas Islas hubiese adoptado una decisión parecida? Pues, mil denuncias por racismo y xenofobia. Y no porque existan claramente muchas varas de medir que existen, sino porque hay gente con pocas cosas que hacer y mucho tiempo libre para salvar el mundo.
Lo cierto es que este planteamiento, el de los cherokees, entiéndase el racismo según quien sea y los salvadores del planeta, resulta aplicable con una simple traslación lineal a otros asuntos. Verbigracia, un documental que vi hace poco sobre la historia reciente de la prensa en España. Una amplia e inevitable referencia a la censura impuesta durante el franquismo, apenas atenuada cuando Fraga Iribarne llegó al entonces Ministerio de Información y Turismo. Directores de periódicos nombrados por el Movimiento, periodistas que sólo podían ejercer como tales si mostraban una equívoca sumisión al régimen, férreo control de lo publicado y un instrumento cinematográfico el famoso NO-DO convertido en el único medio audiovisual para que los españoles tuvieran la visión del país que le convenía a quienes mandaban. Triste época, desde luego, aunque la actual no deja de ser penosa por motivos diferentes pero no menos amenazadores. Me remito al editorial publicado ayer por este periódico.
El caso es que en el asunto de la censura a los medios de comunicación también aparece el asunto de las varas dispares. Cuanto se decía en ese documental sobre la España predemocrática es aplicable sin más que un mero cambio de nombres y fechas a Cuba. País cuyo Gobierno, en una muestra más de lo dispuesto que está a abrir la mano en cuanto a libertades políticas, acaba de retirarle a tres periodistas la acreditación sin ninguna explicación adicional. Aunque tampoco hace falta ser un lince para suponer el motivo. Los regímenes requieren obediencia. En cualquier caso lo esencial es que por estos alrededores todo el mundo se ha quedado callado. La progresía y también la no progresía. Acaso porque dentro de poco toca un viaje oficial, acto de hermanamiento o cualquier machangada parecida a costa del erario.
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