HILLARY SWANK · ACTRIZ; DOS OSCAR, UNO POR ´MILLION DOLLAR BABY´

"Siempre hay excusas para no hacer nada"

La Vanguardia, LLUÍS AMIGUET, 05-03-2007

Tengo 32 años. Nací en Nebraska y viví en un camping de caravanas hasta que mi madre vendió el coche para poder irnos a Los Ángeles y apoyarme en mi carrera de actriz. No fui bautizada, pero crecí en el respeto a todas las religiones. Siempre se tienen dos opciones: decir que el mundo no tiene remedio y no hacer nada o luchar por mejorarlo

LLUÍS AMIGUET
- Para preparar mi papel de Freedom Writers (escritores de la libertad) he vuelto a las escuelas del gueto de Los Ángeles…

- ¿Y…?

- Es curioso que hayan calificado mi película “para mayores” por su violencia, cuando la violencia está cada día en las vidas de estos niños y es peor que en el filme. Se agrupan dentro de la clase por etnias: los hispanos hacen su corrito con las mesas; los afroamericanos el suyo, y los asiáticos el suyo.

- Son niños racistas.

- Los niños no son racistas: les hemos enseñado el racismo. Cuando mis padres se separaron, yo acabé viviendo en un camping de caravanas con mi madre…

- Suena divertido.

-… Lo era para una niña, pero en EE. UU. un parque de caravanas se considera un sitio poco recomendable.

- ¡Vivir sobre ruedas!

- Yo estaba bien alimentada, bien vestida y mi madre me adoraba y para los demás niños era una niña que tenía, sí, la suerte de vivir en una casa sobre ruedas, pero…

- ¿Pero…?

-… Cuando mis amiguitas se quedaban a dormir en casa de una de la pandilla, la mamá decía. “Hillary, tú no te puedes quedar”. Y era porque, aunque yo sacara buenas notas, vivía en un parque de caravanas, así que era un peligro para sus hijas.

- Era discriminación.

- El racismo o la discriminación es juzgar y tratar a una persona no por lo que es ni por lo que puede llegar a ser sino sólo por lo que te parece. Si le enseñas a un niño que otro niño es peor que él porque vive en una caravana, le estás enseñando racismo.

- ¿Lo ha vuelto a padecer?

- Cuando interpreté Boys don´t cry…

- Le valió un Oscar.

- Para preparar mi papel de transexual, tuve que raparme y vestirme de un modo homosexual… ¡Y empezaron a acosarme y a insultarme en algunos sitios donde antes había estado sin problemas!

- Aún no era usted famosa.

- Me insultaban sólo por lo que parecía, por pura ignorancia de lo que era. El racismo es eso, ignorancia y soberbia de no querer saber quién es el otro en realidad.

- Ahora podrían tener ustedes un presidente afroamericano o una presidenta.

- Pero es curioso que lo primero que se diga de Obama es que es afroamericano. Yo lo conozco y le aseguro que no es lo más importante en su vibrante personalidad y su carisma de preparado intelectual. Que sea o no afroamericano, créame, en él es irrelevante.

- Tomo nota.

- Otro modo de ejercer la discriminación, más sutil pero igual de perverso, es pagar una miseria a los profesores de esos niños que no son como los tuyos y llevar a los tuyos a otro colegio donde los profes cobran más.

- Eso es el pan nuestro de cada aula.

- En EE. UU. un profesor de secundaria tiene que vivir con 27.000 dólares al año…

- Unos 20.000 euros.

- ¡Es una miseria! ¿Cómo puedes pagar el alquiler en Los Ángeles con eso?

- ¿. ..?

- Una sociedad que paga así a sus profesores es que no cree en sus niños y que tampoco cree en su propio futuro. Y un niño en el que no ha creído alguien alguna vez es un cuerpo que se queda sin alma: inseguro de por vida.

- ¿En usted creyó alguien?

- Mi madre. Cuando nos quedamos solas, tras el divorcio de mis padres, me infundió la confianza que se necesita para ser actriz.

- Y se necesita mucha.

- Y nos mudamos a Los Ángeles para que yo pudiera ser actriz. Tuvimos que vender el coche hasta que mamá encontró un trabajo para poder pagar el alquiler.

- Veo que su madre confiaba en su carrera.

- Detrás de toda persona que logra algo en la vida hay otra persona que ha confiado en ella cuando era niña. Después de esa confianza inicial, si encuentras otros apoyos en la vida, mejor, pero si no, puedes aprender a caminar solo, porque ese apoyo primero es el que te enseña a creer en ti mismo.

- ¿Y si los padres no confían en uno?

- A menudo, los padres que no recibieron esa confianza de niños de sus propios padres tampoco saben darla a sus hijos, pero para eso están, por ejemplo, los buenos profesores que apuestan por uno.

- Claro, pero no ganan para confianzas.

- Por eso, cuando rodé Freedom Writers, y visité las escuelas de barrios conflictivos como Long Beach, me encontré con jóvenes de familias ricas que estaban allí por pura vocación con sueldos ridículos pero con la satisfacción de estar mejorando el mundo.

- Eso es vocación, desde luego.

- El personaje que interpreto y que existe en la realidad, la señorita idealista de clase alta Erin Gruwell, tuvo que enfrentarse a alumnos que iban a clase con pistola…

-… Y eso no se hace por dinero.

- Y por eso consiguió que en un barrio donde casi ningún alumno llegaba a la universidad, sus 150 alumnos fueran universitarios.

- Supongo que allí también hay gente maravillosa y trabajadora y esforzada.

- ¡Pues claro! Yo he conocido niños cuyos padres les habían maltratado cruelmente y eran trabajadores, formales y encantadores.

- También hay profesores quemados.

- Siempre hay excusas para no hacer nada. Esos fracasados son los que le decían a Erin Gruwell que aquellos chavales no tenían remedio y que jamás leerían un libro.

- Erin no les hizo caso.

- Erin les hizo escribir a sus chicos la novela. Así nacieron los Freedom Writers.

LA PROFE

Hillary es delgadita, angulosa y tiene una boca llena de dientes enormes bajo una nariz que ha renunciado a la cirugía por amor al carácter. Defiende en Londres ´Freedom Writers´ y empieza por recordarme que ella misma ha puesto dinero en el filme. La historia real que lo inspira lo merece: la profesora novata Erin Gruwell es una idealista de buena familia que elige la peor escuela del peor barrio de Los Ángeles (y hay donde elegir), donde le asignan la clase de las ovejas negras. La profe no se arredra ante el desprecio – los días que no le insultan- del alumnado y, entre risitas de sus colegas veteranos que se limitan a esperar la jubilación, logra que sus chicos, trabajando, escribiendo y leyendo, abandonen la violencia racista, recuperen la autoestima y logren llegar a la universidad.

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