Las preocupaciones de los barceloneses

El Periodico, 05-03-2007

La encuesta que ante la proximidad de las elecciones municipales ha publicado EL PERIÓDICO desde el sábado hasta hoy es, además de un termómetro de la intención de voto en Barcelona, un excelente instrumento para reflexionar sobre las preocupaciones de los barceloneses. En general, puede decirse que estamos ante una ciudadanía tolerante, pero que exige mano dura con lo que entiende que son comportamientos ilegales o incívicos; comprensiva con el fenómeno de la inmigración, pero preocupada por los problemas de integración de los extranjeros; de tendencia centroizquierdista, pero consciente de déficits importantes en áreas como la vivienda o la seguridad ciudadana.
Un primer dato relevante es el rechazo de plano al fenómeno okupa (casi la mitad de los encuestados no sienten “ninguna simpatía” por el movimiento y un 33% declara “poca simpatía”) y la exigencia de más mano dura contra las okupaciones. Los políticos que hacen guiños a los grupos okupas están claramente fuera de la sensibilidad mayoritaria en esa cuestión. Y eso que en Barcelona no se han llegado a producir estallidos de violencia como el ocurrido este fin de semana en Copenhague, donde grupos radicales de dentro y fuera de Dinamarca se han enfrentado con la policía para defender el uso de un edificio ajeno para la cultura underground.
Los barceloneses creen mayoritariamente que ya hay mucha inmigración en la ciudad y que aquellos que no tengan papeles deben ser expulsados del país. Sin embargo, apoyan de manera abrumadora que quienes vienen de fuera deben tener los mismos derechos que los de aquí. En definitiva, una actitud tolerante, en la que opiniones de tono más xenófobo – – los inmigrantes quitan el trabajo a los autóctonos – – son minoritarias.
Finalmente, dos asuntos muy concretos reflejados en la encuesta. El primero, que los barceloneses ven muy positiva la llegada del AVE, pero en cambio temen las obras por el centro de la ciudad. El desdichado hundimiento en el Carmel ha hecho aumentar – – seguramente, de forma irracional – – la desconfianza hacia la obra pública. El segundo, que hay un gran malestar con los comportamientos incívicos y una sensación de que las administraciones no hacen lo suficiente para atajar la suciedad, la mala educación y los ruidos. Los políticos que los próximos meses van a pedir nuestro voto deberían tomar nota.

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