LA INMIGRACIÓN irregular sigue preocupando a los ciudadanos canarios, porque la avalancha de los últimos años parece no tener límite, y nos referimos tanto a la que arriba a nuestras costas como a la que se asienta en las Islas tras aterrizar en nuestros aeropuertos con permisos de falsos turistas.

El fenómeno de miles de personas intentando salir de África y de otras partes del planeta con métodos precarios ofreció perfiles realmente dramáticos, con escenas de sufrimiento, miseria, dolor y a veces muerte hasta llegar a nuestras costas, frontera sur de Europa.

Lo que era un fenómeno dramático ha convertido en una tragedia a la que el mundo sigue dando la espalda. Cuando las pateras se introducen en los hogares a través de los medios de comunicación, se activan los ministerios, los guardacostas, los dispositivos Frontex, las vigilancias y la diplomacia. Pero no nos consuela a los canarios que se activen medidas transitorias, sino que se precisa una lucha constante contra las mafias de la inmigración, medidas de control definitivas de nuestras fronteras, así como el incremento y modernización de nuestra seguridad, y el impulso de acciones y políticas que ataquen de raíz ambos problemas: desde la colaboración y cooperación con los países de origen a medidas de asistencia social y nuevas oportunidades en educación y trabajo para las personas menos favorecidas.