Con velas encendidas y cantos de reconciliación, representantes de organizaciones pro inmigrantes y de la Iglesia católica marcharon frente al Centro de Detenciones Metropolitano de Los Ángeles pidiendo un cese a las redadas y a las deportaciones de indocumentados.

Los 44 trabajadores de la limpieza que fueron arrestados la semana pasada en un operativo especial de la Oficina de Control de Inmigración y Aduanas en el sur de California, tres salvadoreños entre ellos, se convirtieron en el símbolo de esta iniciativa, que se presenta como el comienzo de una fuerte presión para que sus peticiones sean escuchadas en el Gobierno.

“Están arrestando a gente trabajadora, que el único pecado que ha cometido es estar indocumentada, trabajaban en la noche, limpiando, esto no es justo, exigimos al secretario de Justicia un alto a las redadas”, advirtió Ángela Sanbrano, directora de CARECEN.

Sin embargo, el enfoque de la aplicación de estos procedimientos del secretario de Justicia, Alberto Gonzales, es opuesto a la que tienen los activistas. En entrevista con el diario “La Opinión”, Gonzales justificó los operativos contra indocumentados.

“La pregunta que debemos hacernos es por qué no las hemos hecho antes, por qué no hacer cumplir las leyes. Tenemos el problema de personas que están aquí ilegalmente, y como el primer agente de la ley de la nación es mi obligación hacerlas cumplir”.

Pese a estas declaraciones, las organizaciones comunitarias han advertido que no pararán este movimiento que tiene como objetivo principal lograr la aprobación de una reforma migratoria justa y comprensiva.

La marcha abrió la posibilidad de hacer una convocatoria masiva a las iglesias para convertirse en refugios de indocumentados que tengan órdenes de deportación en curso, para que encuentren en los templos, santuarios que los protejan de la ejecución de las leyes.