La inmigración, negocio político

Diario de Navarra,   PDF, 03-03-2007

Los inmigrantes, cuando llegan a nuestro país, se encuentran con que no hay ni ha existido política migratoria capaz de controlar los contratos laborales y la cotización a la Seguridad Social. Se encuentran con que los españoles aprovechamos su precaria situación para ganar dinero y aun así lo asumen porque «no tienen otro horizonte». Se encuentran con un nacionalismo, cada vez más racista, y se sienten apátridas, chivos expiatorios a los que se les culpa de los males que padecemos (robos, violencia, paro,…).

La realidad es que interesa tanto al país de origen como al receptor tener inmigrantes, pues por ejemplo en el caso de Marruecos, la emigración provoca una fuerte entrada de divisas, elimina una fuerte tensión social y política en el país y sirve como fórmula de presión ante la Unión Europea. En el caso del país receptor la inmigración es un negocio, tanto en el ámbito de lo ilegal como el legal con el robo de cerebros provenientes de India, China, Japón, Corea, África…y como mano de obra barata que nos viene bien para hacer el trabajo que nosotros no hacemos(…)

También son un negocio para Bancos, Cajas, para las empresas ubicadas en el Tercer Mundo, para las empresas de telecomunicaciones, para la empresa inmobiliaria… para todo el sector servicios. Y aun así, ¿todavía no sabemos que la riqueza de un país se debe al trabajo de los pobres? ¿Ya no nos acordamos que buena parte de la mano de obra «ilegal» española contribuyó a la riqueza de Alemania?

La Iglesia hace un llamamiento a la solidaridad, a no marginar a nadie, a globalizar la solidaridad huyendo de nacionalismos, generando una opinión pública solidaria, una revolución que suponga una nueva cultura moral y espiritual donde todos seamos iguales y luchemos por el bien común.

Marta de Hoyos García

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