La Otra Orilla. La tinta de Senegal

«La jugada de Wade parece un fraude mayúsculo al que nadie le va a meter mano y nuestro silencio es el pago porque aceptara miles de jóvenes llegados a las Islas en cayucos, que atemorizaron a nuestros políticos»

Canarias 7, Juan Manuel Pardellas, 03-03-2007

El ingeniero bioquímico de la Escuela nacional de Ciencias Biológicas de México, Filiberto Vázquez Dávila, desarrolló en 1994 una tinta indeleble para ser usada en los comicios electorales. «La tinta hace de candado para impedir que una persona vote dos veces en el mismo proceso electoral», explicaba entonces de forma tan gráfica. En realidad no es una tinta, sino una combinación de sustancias que impregnan las células de la piel y que no se borra ni con agua, alcohol o aceite. La sustancia permanece un mínimo de 24 horas impregnada en la piel y supone un elemento de garantía y transparencia en las votaciones.Y ésa es la tinta que  supuestamente se debía haber usado en las mesas electorales de Senegal. ¿Creen que esa comunidad internacional, que  se cruzó de brazos en la tragedia humanitaria del Marine I va a investigar qué ha ocurrido con cientos de denuncias sobre esta tinta, sobre la extensión de la jornada electoral hasta altas horas de la noche en lugares sin electricidad y con la falta de control en los censos?  Les importa un higo. Pero a nosotros sí nos debería preocupar. Las calles de Senegal eran un hervidero de protestas y descontentos por las promesas incumplidas y de miles de jóvenes repatriados que amenazaron con apoyar a cualquiera de los líderes de la desmembrada oposición. Basta haber paseado por Dakar, San Luis o  Ziguinchor o leer Le Quotidien en los últimos meses  para caer en que el impopular Wade no podia salir presidente de nuevo. Pero así ha sido, y ya ha advertido a la prensa y amenazado a los líderes que le discuten esta victoria. Algo muy grave parece haber ocurrido, ante la indiferencia de la prensa canaria y española y la complicidad de los observadores internacionales, que calificaron los comicios como «libres, limpios y transparentes». La jugada del  anciano parece un fraude mayúsculo al que nadie le va a meter mano. Nuestro bochornoso silencio es el mejor pago a quien aceptó que le enviáramos miles de sus jóvenes que habían arriesgado su vida en un cayuco y cuyo color de piel tanto atemoriza a nuestros políticos.

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